martes, 29 de noviembre de 2011

Unas van, otras vienen....

         
Tras tres semanas de intensa convivencia, mi amada maestra Marinah regresa a su país. Fue un poco triste sentir que se iba. La verdad es que hace un equipo genial con Cris y sería bien lindo tenerlas a las dos como maestras a la vez. Pero la vida dispuso que me tocara con una y otra por separado y estoy igualmente agradecida. Aprendí muchísimo con ella y, por supuesto, de manera muy diferente a como aprendo con Cris. Eso me gusta mucho de la vida, de mis maestras, cada una con su sentir, su forma de dar…. Y lo que las une es que todas son bien buenas enseñando y que son mujeres muy comprometidas.
La vida parece ser un constante fluir de personas y lugares, de momentos, situaciones, aprendizajes…. Es realmente enriquecedor saber que mi carrera de partería se compone de una sucesión de maestras, cada una con su forma de ser, de sentir, de ver la vida, de enseñar, de aprender, de transmitir el ritual sagrado de la maternidad, de aportar su granito de arena a la Humanidad.
Hubo un momento de transición, se fue Marinah y llegó Tavniah.  En estos casi 6 meses que llevo al lado de Tavniah he aprendido mucho sobre emergencias, pues nos han tocado unas cuantas juntas. Nos compenetramos muy bien en los partos y disfrutamos mucho de dar consultas juntas.
El segundo semestre empezó bastante revuelto. Marinah abrió una gran pregunta en mi interior. Tavniah me está apoyando a encontrar la respuesta, con su acompañamiento silencioso y su incansable sonrisa. Llegó el momento de pensar ¿cuál es mi dirección en la partería? ¿Quiero un título? ¿Es suficiente con la experiencia? ¿Qué puertas abro, cuáles cierro? ¿Estudiar en una escuela de Estados Unidos? ¿Seguir aprendiendo con diferentes parteras? ¿Empezar a ejercer ya o esperar aún un poco?
Es un mundo de incógnitas, que se abrió en Agosto y aún no tiene una claridad concisa. Realmente está siendo una experiencia muy productiva aprender en Luna Maya. Pero algo en mi interior también empieza a pedir más vida personal, una calma, una quietud anhelada durante los últimos años.
No me voy a engañar. Yo no soy una mujer que pueda quedarse quieta. Pero sí me gusta tener tiempo para mí, supongo que como a todo el mundo. Y se me hace duro, en ciertos momentos, ver que se me pasó una semana entera y ni cuenta me di. Que estoy agotada y me paso una tarde entera durmiendo y que llevo dos semanas sin siquiera agarrar la guitarra. Entonces me cuestiono…. ¿es esto realmente la partería? Y me viene una respuesta inmediata: “Hay tantas formas de partería  como parteras haya”. Y respiro profundo y me abro a la Vida y le pido lo que anhelo y suelto, suelto, suelto….

Gracias, Marinah, por abrir la puerta de pensar en una dirección…..

Una foto de Marinah Valenzuela


Findes de estudiante bajo la lluvia







Después de un largo primer semestre estudiando libros de partería en inglés, conseguí algunos en castellano y ¡por fin puedo decir que disfruto estudiando! Se me estaba haciendo bastante cuesta arriba estudiar anatomía, fisiología y términos médico-científicos en una lengua que no es mi lengua materna.
El primer fin de semana que no estuve de guardia pasé el sábado en casa. Fuera estaba lloviendo y yo, con el fueguito y mis libros nuevos, bien a gustito, saltando de un tema a otro. Si algo me apasiona de estudiar partería es que empiezo leyendo sobre  algo y, de ahí, me entra la curiosidad por otra cosa y, de ahí por otra y de ahí por otra ¡es infinito! Y no sólo buscas en los libros, también en las últimas publicaciones y preguntas a las maestras y, de repente, entiendes cosas o profundizas en algo que sabías muy por encima. Es bien gratificante. Sobre todo porque después tienes donde y con quién practicar y seguir aprendiendo. Luna Maya es un verdadero regalo en mi vida.
Sinceramente no he vuelto a pasar un fin de semana tan intenso de estudio pero, lo que también observo, es que estudio mucho más. Creo que influyen varios factores: vivo sola, estoy en el segundo semestre (haciéndome más consciente aún del privilegio que es estar aquí, aprendiendo de esta manera), tengo mis super libros en castellano y me siento mucho más partera que hace unos meses atrás.
 Hoy, sin ir más lejos, es domingo y pasé la mañana bajo el sol, leyendo sobre un montón de cosas y aprendiendo mucho. Otros días también quedamos las estudiantes para estudiar juntas. Y también es muy divertido y enriquecedor. Nos aportamos y apoyamos mucho la una a la otra.
¡Cómo me gusta estudiar partería! ¡Y cómo me gusta la sensación de que es una profesión donde nunca dejas de aprender y estudiar, aunque lleves 30 años ejerciendo!
¡Bendita sea la vida, que me puso aquí!
Namasté

domingo, 27 de noviembre de 2011

Otras dos de una.....

Julio fue un mes muy prolífero. Muchos partos y ¡todos a la vez! Parecía que las mujeres se ponían de acuerdo para parir el mismo día. Estábamos dos o tres días tranquilas y, de golpe, venían dos partos ¡o tres!
Llegó R. una mujer indígena, de San Juan Chamula pero que vive en San Cristóbal de las casas. Había tenido su primer parto hace dos años en Luna Maya, una niña, nacimiento loto (no se corta el cordón nunca, se deja placenta y bebé juntos, que se separen por sí mismos). Cuando vino estaba casi a término, una familia bien bonita, ella con el traje típico de su comunidad.
El día que nos llamó estábamos de guardia Tavniah y yo. Fuimos a su casa y todavía era pronto pero nos quedamos como una hora. Ella estaba bien tranquila, recostada en su cama, yendo y viniendo al baño, que estaba en la planta de abajo. Su marido la acompañaba amorosamente y, su hija, se había ido con la abuela. Yo le dije, en broma, “al final tu niña nacerá en el baño” y ella se sorprendió de que hubiera partos en los baños.
Decidimos irnos a dar las consultas que nos quedaban y les pedimos que nos llamaran cuando hiciera falta.
Sobre las 13.30 aproximadamente, Tavniah me comunica que está llamándolos y no le contestan. Yo siento que deberíamos ir para allá pero, como es de máxima importancia respetar la espera de que ellos te llamen… nos quedamos dando una consulta más.
El caso es que, de repente, me dice Tavniah, ya llamaron para que vayamos. Ok, agarramos el coche y allá que fuimos. Era una hora un poco de atasco y, para colmo, yo decidí ir por el camino más corto, que realmente terminamos descubriendo que era menos efectivo porque tenía más tráfico. Así que íbamos bromeando en el coche “a que llegamos y ya nació, ja,ja… seguro que vemos pelitos y no son de su vagina… ja,ja”.
Pues bien, llegamos, subimos la escalera y R. estaba de pie. Pensamos “ya andará a punto” pero ella nos mira y nos dice “Ya nació”, y baja su mirada al piso. Allí, sobre una manta, estaban su hija y la placenta, que nacieron casi a la vez. Nos quedamos bien sorprendidas. Y nos pusimos manos a la obra. Checamos a la afortunada bebé, que había sido recibida por su padre, los tres juntitos en el baño de su casa. Estaba estupenda. La mamá, una mujer como pocas he visto, con una fuerza increíble, se quiso ir a duchar ¡y ni siquiera quería que yo la acompañara! Pero no la dejé ir hasta el baño sola, hacía diez minutos que acababa de parir y ya estaba en pie, yéndose al baño. Me resulta muy curioso la relación que tienen los indígenas de acá con el desnudo y su amplio sentido del pudor. Ella no quería que la viera bañarse ni que entrase al baño. Entonces le pedí al marido si, por favor, podía ir con ella. Y yo regresé a estar con Tavniah y la bebé.
R. subió al cuarto y confesó que se había mareado un poco. Obviamente no le regañé pero agradecí la idea de hacer que su marido estuviese con ella.
R. es una mujer sorprendente, bien ecléctica. Por un lado conserva a la perfección muchas de las tradiciones de su comunidad: el idioma, las vestiduras y muchas costumbres. Y, por otro lado, es bien moderna, con una mente muy abierta ¡y bien crítica con las cosas que no le gustan de los chamulas!
Mientras su bebé mamaba, ella nos hablaba de su percepción de la igualdad de género, de cómo es importante, para ella, abrir estas puertas en su gente y cómo fue su camino. Realmente a mí se me saltaban las lágrimas de emoción, no sólo eran las palabras que decía, sino cómo lo decía.
Nos quedamos un rato largo en su casa, que su marido aprovechó para ir a buscar al resto de la familia. Sobre las 6 de la tarde aparecieron un montón de familiares y nosotras ya nos fuimos, después de saludar a todos y cada uno de ellos. La costumbre en las familias indígenas (y en otras que no lo son) es venir todos de visita. Y la mujer suele estar muy feliz de tener a todos sus familiares allí con ella.
Fue un gran placer acompañarla y las visitas postparto durante la primera semana también fueron bien agradables. Por supuesto, la última visita fue una gran comida, con el típico caldo de gallina y tortillas. La mamá de R. se había quedado preocupada porque, como su hija parió tan rápido, no le dio tiempo a invitar a las parteras a comer y, eso, es una costumbre indígena bien fuerte. Con lo cual, nos citaron para el domingo y allí estábamos Tavniah y yo, con nuestro caldito. Yo pedí que me pusieran poco pollo (las personas que me conocen, saben que soy vegetariana, pero me parece una ofensa despreciar la invitación que con tanto amor te hacen).
Fue una experiencia bien bella compartir la comida. La mamá de R. no habla castellano, solo tzotzil, y le decíamos las cosas a través de su hija, que amablemente nos traducía el agradecimiento.
Al día siguiente de parir R. se puso de parto M. También era su segundo bebé. Yo estaba de guardia pero Isa también quería venir así que allá fuimos las dos, como a la una de la madrugada. El caso es que ellos no querían tanta gente en el parto y, la verdad, a Isa le hacía más ilusión estar con ellos. Con lo cual, me regresé a casa. La verdad no pude dormir hasta que nació el bebé (así es la conexión, tú en casa, tus compañeras en un parto y, sin nada de sueño, hasta que ya sientes que bebé nació y, entonces, te duermes).
Al día siguiente fui a Luna Maya, conocía a N. y  despedí a la familia, que ya se estaban regresando a su casa. Estuvimos trabajando tranquilamente, dando consultas y haciendo lo habitual y, en la noche, sobre las 20.30 aparece P.  que ya había estado por la tarde y la habíamos mandado a su casa. Esta vez no quería irse pues estaba lloviendo y el camino a su morada no estaba muy placentero para hacerlo con contracciones (es un camino de tierra, en el campito).
Así que se quedó en el cuarto de consultas prenatales, con su marido, unas velitas y el calefactor prendido. Nosotras la íbamos a ver de vez en cuando. Sus contracciones eran fuertes pero aún le faltaba bastante. Así que la animamos a dormir y descansar todo lo que pudiera. Sobre las 3 de la mañana Marinah se fue a su casa, estaba bien cansada de los días anteriores. Yo quedé en el cuarto de al lado, recostada, con la oreja parada para acudir en caso de ser necesario. De vez en cuando entraba a escuchar el corazón del bebé o a apoyar a P.
La verdad es que no pude dormir nada pero, al menos, estuve acostadita, respirando, sabiendo que el parto sería en la tarde aproximadamente y no era conveniente andar cansada.
Pasamos la noche así, entre gemidos y masajitos, intentando que P. durmiera ¡y su marido también!
Sobre las 6 de la mañana fui al cuarto de partos y prendí la estufa para que se fuera calentando y dejé todo preparado para cuando ella quisiera ir para allá.
Al ratito se pasó al cuarto y yo recogí las consultas, que estaban hechas un caos y teníamos que atender otras mujeres en unas horitas.
La mañana fue bien bella, estuve bastante rato con ellos, ayudando con el sonido, los masajitos y animando a P. que estaba llevándolo muy bien. Sobre las 8.30 se quiso meter en la bañera. Antes quiso que le revisara la dilatación, ya estaba de 6 cms.
El momento de la bañera fue precioso. Ella y su marido metiditos en el agua y yo, hice mutis por el foro. De vez en cuando iba  a ver si necesitaban algo y a escuchar el corazón del bebé. Pero son de esos momentos en el trabajo de parto en que sientes que tú no pintas nada ahí, que ellos están tranquilamente en la bañera, cantando sus mantras, amándose… la verdad es que hubo un par de veces que me asomaba y me iba sin siquiera entrar. Se notaba claramente que estaban muy bien los tres.
Como a las 12 o las 13 ya salió del agua y me llamaron para que fuera (pues había ido a casa a ducharme y descansar un rato mientras Marinah estaba con ellos).
Colgamos la hamaca del techo y P. pasaba las contracciones de pie, agarrándose y colgándose de la hamaca. ¡Estaba tan bonita! Hubo momentos verdaderamente preciosos, donde agradeces profundamente dedicarte a esta profesión. Un buen rato estuvo también sentada en la silla de partos y su marido en frente de ella, cantándole y llamando a su hijita. La mamá de P. estaba detrás y la sostenía entre contracción y contracción. Era bien bello ver las tres generaciones. La abuela sosteniendo a la parturienta y la niña naciendo…
El parto-nacimiento fue precioso y también muy curioso. Porque nos pidieron recoger muestras del cordón para guardar las células madres ¡ay, qué dilema moral! Personalmente no estoy de acuerdo con este método y, si bien me gusta respetar las decisiones de los padres, es duro ser tú la que tienes que realizar ciertas acciones. Es diferente a cuando era doula. Porque yo no era quien tenía que realizar el acto. Podía estar o no de acuerdo pero, finalmente yo no ejecutaba la acción. Pero, ahorita, siendo partera, lo haces tú. En fin, casi se nos olvida pinzar el cordón ¡Como no estamos acostumbradas a cortarlo tan pronto! Conseguimos llenar media bolsita, que espero les haya servido… ay, casi la liamos.
Es curioso cómo la vida te va colocando en diversas situaciones. Yo me pregunto si cuando ejerza como partera y me piden hacer esto ¿lo haré? Quién sabe… el caso es que se me hizo duro y muy en contra de lo que siento y a cómo estoy acostumbrada actuar. Tampoco me creó un conflicto pero se me hizo bien raro tener que cortar tan pronto. Pudiendo tener la libertad absoluta de estar horas conectados placenta y bebé… hay personas que eligen otras opciones.
Yo me pregunto dónde está el  límite de tener tus propias creencias, de respetar las de los demás, de ser flexible o una talibana del parto. Dónde están los límites. Cada una tiene que buscar los suyos y llevar a cabo la práctica tal y como siente, sabiendo que habrá personas con las que no pueda-quiera trabajar. Y eso es amor. Y eso es respeto.
P. y J. tuvieron una bebita hermosa y fue bien curioso cómo se nos llenó Luna Maya de familiares que, al principio, tuvimos que sutilmente (y no tanto) pedirles que no entraran al cuarto de  partos, que respetaran al menos la primera hora de vida de la niña.
Total, que se pusieron a celebrar en la salita de espera, con tequila y cerveza y comiendo y platicando. Todo un show. Una casa de partos llena de gente bebiendo. Así son las costumbres acá y la familia estaba celebrando. Yo hice mucho el papel de perro guardián, no dejando pasar a mucha gente a la vez, pues  si bien P. no estaba mal, tenía un poquito de anemia y había estado muchas horas de parto. Me parecía justo que la familia se alegrara tanto y que celebrara pero también que respetara el cansancio de la recién parida.
En fin, lecciones, unas tras otras, costumbres nuevas y diferentes. Límites, flexibilidades varias y, sobre todo, mucho amor, que es de lo que verdaderamente se trata esta profesión.
Namasté.

lunes, 15 de agosto de 2011

Mi primer traslado

Llevo 7 meses en Luna Maya y todos los partos habían sido bien tranquilos y hermosos. Cierto es que, alguno que otro se ponía un poco más denso o había, digamos, alguna dificultad. Pero, verdaderamente, todo salía bien al final.
A.M es una mujer que llegó casi en la semana 40 con una cesárea anterior por preeclampsia. La verdad, no tenía mucha información sobre su propio caso, de esas personas que no intentan investigar bien o que semiocultan información. En fin, le hice yo la primera consulta un jueves, sugiriéndole que, si no paría el fin de semana, regresara el lunes porque necesitábamos conocerla más y saber más de su historia. Típico caso de mujer chiapaneca, con pocos recursos económicos, desnutrición y un poco parca en palabras.
Marinah no estaba muy convencida de atenderla, pues no había llevado ningún tipo de control prenatal y no teníamos ni análisis (los que le mandamos no se los hizo). En fin, fue una situación de “venga, vamos” porque sabes que, si no la atienden las parteras, la estás condicionando, en cierto modo, a su segunda cesárea en el hospital…
Yo no estaba de guardia esa semana y bajé tranquilamente a Luna Maya a hacer cosas en la compu. Estaba sentadita en el escritorio, escribiendo cuando se asomó Tavniah y me preguntó si había visto a una de las compañeras (que, como es enfermera, sabe abrir una vía bien rápido, mucho más que todas las demás del equipo). Yo le contesté que no y seguí escribiendo. Sabía que había un parto y supuse que la necesitaban para soporte en lactancia. Serían como las 13 hs.  De repente, vuelve Tavniah y me dice “ile, prepara el carro que tenemos que trasladar”.  Salté de la silla, volqué el bolso de Marinah para que salieran las llaves y corrí a la calle a abrir el coche y dejar todo preparado. Al no saber el calibre de la situación, me fui hacia el cuarto de partos para ver si necesitaban apoyo allá. Al ir, me encontré con Marinah y sus manos llenas de sangre, supe que era una hemorragia. Entré al cuarto, agarré la camilla plegable y la abrí, allí pusimos a A.M, que ya había perdido 1 litro de sangre. La bebé había nacido, estaba rosita y estupenda, en brazos de Tavniah, que se iba a quedar en Luna Maya con ella. Nosotras nos encargamos de llevar a A.M en el carro. Marinah conducía e Isa y yo íbamos detrás con la mujer, checando pulso, presión, sangrado y dándole oxígeno.
Hubo un momento bien hermoso donde Isa y yo cruzamos una mirada intensa. Sentimos un amor muy profundo la una por la otra, sabiendo que somos hermanas y que estas situaciones unen mucho, mucho. En seguida volvimos a llenar de amor a esa mujer que estaba acostada en el asiento de atrás del coche. Por suerte (y por la mano de Marinah, que le había aplicado el protocolo apropiado para esos casos) el sangrado había parado.
Llegamos al hospital y entramos con ella, explicamos la situación y ¡oh, milagro en un hospital público de Chiapas! La atendieron bien rápido. Nos hicieron muchas preguntas y después nos quedamos fuera esperando a que nos informaran de cómo había ido todo.
Realmente Marinah había presentido que esa mujer no estaba bien, que no era “apta” para parir fuera de un hospital. También cuenta el factor de “llego en la semana 40, ni me conoces, vengo de una cesárea anterior, atiéndeme el parto”. Quizá sea juzgar, pero yo siento que es una forma de actuar “violenta pasiva”, yo sentí que nos obligó en cierta manera a atenderla, pero, claro, nadie te puede obligar a nada que tú no quieras.
La verdad es que la realidad hospitalaria en San Cristóbal, no es muy alentadora (como en tantos otros lugares del mundo) y es difícil decirle a alguien “no atiendo tu parto, tu única opción es el hospital”. También cada caso es diferente y hay que sopesar toda la información pero, cuando te llegan así a última hora, es más complicado.
Aunque hay mujeres que vienen también casi a término y no hay ningún problema, siento que, como partera, hay que tener bien afinado el olfato para discernir cuando sí y cuando no. Y, aún así, te seguirás equivocando, para un lado o para el otro.
Este es el relato de mi primer traslado en Chiapas. Fue todo muy rápido, por suerte el hospital está bien cerca y tardamos 2 minutos en llegar. Por suerte también estaba Marinah, que tiene una gran experiencia como partera y por suerte, llevábamos dos semanas estudiando emergencias y sabíamos perfectamente qué hacer.
Gracias a la vida porque A.M está bien, su bebita está viva y nosotras aprendimos mucho con esta situación.
En la noche, en casa, recostada en el sillón, meditaba sobre la sabiduría de las parteras, sobre lo afortunada que soy formando parte de ese linaje de mujeres que saben tan bien lo que hacen. Sentí mucha admiración y respeto por todas mis maestras y me sentí muy orgullosa de formar parte de esta tribu.
Namasté

domingo, 14 de agosto de 2011

CLASES DE EMERGENCIAS, MATERIALIZANDO





Un día nos dijo nuestra maestra “mañana tendremos clases de emergencia”. Nos pareció genial. Al día siguiente, a la hora acordada, Marinah nos dijo “vamos al cuarto de partos”. Muy inocentemente, mi compañera y yo preguntamos “¿llevamos el cuaderno?” y ella respondió “No hace falta”. Nos pareció raro pero, si la profe lo dice…
Llegamos al cuarto y nos dice “Isa, tú serás la partera. Ile, tu la asistente”. Nos pareció bien. Entonces otras dos compañeras hacían diferentes roles en diferentes situaciones que ella nos iba presentando.
¡Había tantas cosas de las que estar pendiente! El tiempo, dónde estaban las cosas, las constantes vitales, las medicinas, el control de la situación, tu propia respiración, informar a la familia, mantener la calma propia y de todos…..
Era muy duro ver que se nos pasaba el tiempo, que había veces que no sabíamos qué hacer en una situación en concreto… No había tiempo de quejarse porque había “vidas en riesgo” (eran simulacros pero parecía bien real).
Para ambas estudiantes fue bien duro el proceso, sobre todo el último caso, una hemorragia, pues no sabíamos la teoría del protocolo a seguir en esos casos.
Cuando terminó la clase estábamos hundidas. Supuestamente se nos habían muerto dos bebés y una mujer…. Quedamos bien tocadas. Yo pensaba que era un poco injusto que no nos hubieran avisado para que estudiáramos la teoría y se nos lanzara al vacío de aquella manera. Pero, así es la vida, y así nos tocó aprender. Quedamos tiradas en la cama del cuarto de parto, abrazadas, tomando rescate. Fue muy duro abrirse a dichas situaciones de aquella manera tan brusca y gráfica a la vez. Desde luego nos quedó bien claro que hay que tener los protocolos requetebién sabidos  para, en caso de una emergencia real, poder aplicarlos sin vacilar.
Realmente fue una clase muy fructífera y nos sirvió un montón para ponernos las pilas y estudiar. Tuvimos que escribir unos protocolos nosotras, investigando en varios libros y después se los entregamos a la maestra para que los corrigiera.
Lo bonito es que volvimos a tener otra clase para aprender a reanimar bebés y saber qué hacer en caso de shock o hemorragia. Agradezco mucho que ya lo sepamos.
Lo no tan bonito es que, después de dos semanas estudiando tanta emergencia, nos sucedieron un par de ellas…. Así es la vida, mi´jita, la energía siente el llamado y viene…
O eso quiero creer. Después dije “mejor no estudiemos emergencias por un tiempo ¿no?”
Pero, como partera, no puedes dejar de estudiar y estar al día, es una responsabilidad bien grande saber responder a una situación de emergencia.
Ahí estamos, aprendiendo humildemente y cruzando los dedos para que no se den casos como estos. Pero con la confianza de que, si ocurren, sabremos actuar.
Namasté

viernes, 29 de julio de 2011

Segundo semestre



El primer día que entré de guardia fue bien curioso. Nueva maestra, Marinah, y nuevas formas. En la mañana me avisa que hay una mujer en trabajo de parto y otra en trabajo de parto temprano. Me pide que le muestre cómo coloco yo la botella de oxígeno para emergencias y me pregunta qué cosas sé y cuáles no. Yo, plenamente sincera, me confieso como una no muy buena estudiante (de lo cual me doy cuenta ahora que no es tan así, sino que era más bien una sensación mía del primer semestre, ese “no me da tiempo a tener todo al día, me gustaría estudiar mucho más”).
Me explica varias cosas sobre emergencias y promete una clase con las estudiantes sobre este tema. También me dice cómo se rellenan los expedientes ¡qué diferente a cómo lo hacíamos antes de la llegada de Marinah! Quedo contenta e impactada y, entramos a las consultas.
El primer día de guardia parecía que iba a terminar cuando, sobre las 20 hs, viene una mujer en trabajo de parto bastante avanzado. J, indígena, muy fuerte, con dos hijas mujeres, llega para parir a su tercer hijo, un varón. Fue un parto rápido, bello, muy indígena, colgada de la hamaca, con su marido e hijas acompañándola.  A las 10.40 nace J.M y empezó otro nuevo aprendizaje para mí. El cuidado postparto inmediato con mi nueva maestra también es muy diferente. Tenía que estar muy pendiente del reloj pues, cada 15 minutos, checaba constantes vitales de mamá y bebé ¡cuando terminaba de hacerlo, casi tenía que volver a empezar! Por suerte, en la 2º hora de vida, ya sólo se checa cada media hora y, después, cada hora. Ni que decir tiene que aprendí muchísimo, aunque todavía me cuesta escuchar con claridad, sintiéndome segura, la respiración del bebé con estetoscopio.  Mientras estábamos en el dulce postparto inmediato de J y su familia, llamó A. que estaba ya en trabajo de parto. Sobre las 4 de la madrugada llegó a luna maya, la revisamos y aún le faltaba pero, como era su segundo hijo, quedó descansando en el consultorio prenatal. Sobre las 6 checamos otra vez a J. y le dijimos que estaba A. por lo que J y su familia, decidieron irse tranquilamente a su casa.
A .tuvo un parto en agua, donde se respiraba mucho amor. Fue muy bello que su marido, que trabaja muchísimo y no sabían si el día del nacimiento iba a poder estar, estuviera. Era muy lindo verlos abrazados, él diciéndole unas cosas muy tiernas y ella, aunque con miedo, entregada. Nació la niña como a las 10 de la mañana, llenita de meconio pero muy sana y sin riesgos.                                                                                                                                                    
Es curioso cómo la vida te “enraiza”. Mi primer día de guardia y me jalaron bien jaladita. ¿Venías al segundo semestre y a aprender mucho? Pues bien, empecemos con dos partos seguidos, para que caigas en la cuenta que ya estás acá, que luna maya te espera con los brazos abiertos y que tu nueva maestra, va a empezar a pulir lo que toscamente intentaste asomar en el primer semestre. Qué bueno este cambio pues, gracias al “descoloque” me estoy colocando y también valorando mucho, mucho más todo lo anterior. ¡Y lo que queda por venir aún!
Buen comienzo de guardia. También los rumbos de lo cotidiano cambiaron bastante. Ahora paso varias consultas sola y hubo un par de postpartos que fui sola también. De repente me veo checando perinés y siendo “la responsable” (por suerte, mi maestra está detrás para apoyarme y corregirme y, sobre todo, cuando no veo algo claro, lo checa ella). Se me hace rico volver a sentirme “autónoma” y me da mucha fuerza el tener que encarar más situaciones ya sin escudarme tanto en “soy la estudiante, yo no sé”. En algún momento se tiene que dar el paso y yo siento que el segundo semestre es el ideal para dar un buen salto.
Namasté


martes, 26 de julio de 2011

Ha corrido el agua....





Son las 4 de la mañana, de un lunes de Julio. Así es la vida de la partera. Llegas de un parto, no hay sueño y sientes ganas de disfrutar el silencio de la noche, escribiendo, con las estrellas como testigo.
Llevo sin colgar nada en el blog desde Abril. Fue aquel  un mes bien duro, con muchas tomas de decisiones, con muertes varias dentro de mi Ser, soltando, atreviéndome a dejar ir… y, la verdad, ahorita tengo mucho más espacio, para qué engañarme.
Después que se fuera Alana, Isabel y yo quedamos con Cris como única maestra. Abril y Mayo fueron meses de mucho estudiar, muchas clases teóricas de anatomía, muchos sábados y domingos en Luna Maya (¡aparte del resto de la semana, claro!). Fue un tiempo de consultas, de idas y venidas, de correr de un lado a otro para dejar todo bien alistado para el cierre del  primer semestre: trabajos pendientes que había que entregar, reportes de partos, dejar al día la herboristería… Yo a principios de Junio marchaba por 20 días a Madrid y tenía que estar todo en orden. Lo conseguí.
A su vez, comencé una práctica de yoga y ayurveda muy potente, que me colocó bien en mi centro pero, reconozco, había días que se me hacía duro tanto trabajo y yo “tan volada-espiritual” teniendo que estar en gestiones super terrenales. También lo conseguí, con esa fuerza que, cual mamífera pariendo, una no sabe muy bien ni de dónde la saca.

Total, que llegó el día de mi panchakarma (cura ayurvédica) y sentí que se cerraba un ciclo bien viejo, que ya no quería en mi vida…. Atrás quedaban 36 años de muchas, muchas cosas… todas bien cerraditas y despedidas y, por mi parte, me abro a esta nueva etapa con más amor, dulzura, confianza y, sobre todo, algo que nunca pensé que iba a decir de mi: PACIENCIA Y COMPASIÓN. Quien lo quiera leer como “mi ego echándose flores”, pues perfecto. La verdad es que siento un cambio bien grande dentro mío y, eso, fuera de mi también se nota ¡y mucho!

Del viaje a España poco voy a mencionar. Me sirvió para darme cuenta de todo el amor que mis padres me dan, cuánto me apoyan y cómo me miman y cuidan. También me dio un poco de tiempo a compartir con algunas de mis hermanas, lo cual agradezco infinitamente a la vida. El cierre de curso con las doulitas de mi corazón fue intenso y, algo que me gustó mucho, fue que estaban todas guapísimas. Me encantó ver cómo el viaje las fue transformando y sentir la energía de círculo y unión entre ellas fue un regalo.
Luna Maya siguió presente en Madrid, pues hicimos unas jornadas en Khardaia (centro de salud y vida) para recaudar fondos para la casa de partos. Fue bien bello poder compartir lo aprendido en los primeros 6 meses en Chiapas.
El regreso estuvo bien padre….. Tuve una semana para quitarme el desajuste horario y conectar con el estar de nuevo acá. También fue un tiempo de cambio, siempre a mejor, claro. Nuevo semestre, nueva etapa. Ahora vivo sola, en una casita bien linda, junto al Huitepec, un monte sagrado que hay acá en Sancris (tobal de las Casas). Significa algo así como “cerro del agua” y es una montaña muy bella, donde doy paseos bien ricos. Después de los primeros siete días por acá, acoplándome a mi nuevo hogar y paseando por el pueblo, empezó el viaje del segundo semestre, para no desentonar mucho en mi línea, bien cañerito pero muy suave y rico a la vez…
¡Qué gusto estar otra vez acá! ¡Qué placer saber que todavía me queda tiempo para aprender en este lugar, de esta manera tan especial!
Agradezco a la vida que haga posible el que yo esté acá aprendiendo. Agradezco a todas y cada una de las personas que impulsan este proyecto, algunas sin siquiera ser conscientes de ello. Agradezco también a todas esas personas que intentan frenarlo, pues me dan fuerzas para creer aún más en lo que estoy haciendo. Y, otra vez, agradezco a la vida, por ser tan sabia y protegerme tanto, aunque yo no entienda muchas veces ni el por qué, ni el para qué.

Namasté




jueves, 21 de abril de 2011

Mis maestras

Mis maestras son dos ángeles dispuestas a darlo todo. Mis maestras son mujeres con raíces bien profundas en la tierra y sus canales de conexión celestial expandidos por el cosmos. Siguen sólo órdenes de su corazón y las vocecitas de sus guías. Saben dejar volar libremente su intuición y ponerse de pie en un instante, cual guerrera inteligente, para actuar veloz. Saben reír y llorar. Saben callar y qué hay que decir. Son flexilbles, comprensivas, cariñosas, amables, compasivas. Son diligentes, ágiles, rápidas, dinámicas. Saben danzar según la mujer que tengan delante, para hacerle recordar que la diosa está en ellas. Saben abrazar cada instante, navegan cómodas entre la vida y la muerte, acariciando cada alma que nos se entrega a ellas.

Estar a su lado, escucharlas en consulta, verlas recetar, desde un lugar mitad mente-mitad intuición. Hacerles preguntas tanto metafísicas como la anatomía más terrenal. Saben cómo funciona todo y, si no, lo investigan. Su amor infinito da de comer a su curiosidad. La fuerza imparable de su deseo profundo es totalmene sanadora.

Es muy bello ver que no se cansan, que siempre pueden dar un poco más y que expresan qué necesitan y cuándo. Es reconfortante escucharlas darte ánimo y decirte qué bien lo haces.... Son expertas en su práctica y lo dan todo para que tu vayas más lejos que ellas, para que esa estirpe de guerreras luminosas no deje de existir, para que la Humanidad gocemos siempre, y cada vez más, de la Bienvenida Amorosa.

Cada día que pasa siento más admiración por ellas y, aunque con una he compartido relativamente poco, me ha enseñado mucho.... ¡ay, las noches de luna nueva haciendo tinturas y ungüentos! ¡y esas tardes de clases divertidas con preguntas tipo concurso! ¡y cuando vamos al "tertulia", con su patio y sus crepas! Y allí, como reinas, cualquiera diría que estamos hablando del equilibrio sodio-potasio....

Gracias Cristina, Gracias Alana. Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado gozar de unas maestras tan sabias, comprometidas, luminosas y llenas de Amor.

Namasté

Marzo intenso y dinámico



Hace tiempo que no me siento a escribir, no es por falta de ganas... Marzo ha estado lleno de vida y vacío de momentos para poder contar todo lo acontecido. Voy a hacer un rápido recorrido por la cantidad de cosas que acontecieron.
Hicimos una fiesta sorpresa a nuestra compañera que estaba a punto de parir. Ni se lo esperaba, la sentamos en el jardín, le pusimos una corona de flores y le regalamos cada una una cuentita para su collar de partos. Me encanta esta tradición donde todas las hermanas aportamos nuestra fuerza a la que está por parir. Fue una noche un poco fresca pero hermosa. Le pintamos también un cuadrito con dibujos de todas para que estuviera con ella cuando lo necesitara.... Acá en Luna Maya la vida es pura celebración. Siempre encontramos un motivo para reunirnos y celebrar la vida, el amor, la amistad, la alegría... es muy gratificante estar rodeada de personas que sienten y viven así, tal y como a mí me gusta, disfrutando de la vida, de las cimas y los valles y siempre festejando, encontrandonos y compartiendo.
De aquella mujer agasajada aquel día, nació una hermosa niña el 3 de Marzo ¡y tiene un montón de tías!

También hicimos una despedida sorpresa a mi maestra Alana, que decidió volver a su país, después de un tiempo de trabajo en Luna Maya. Tampoco se lo esperaba. Llenamos el jardín con pétalos de flores por la tierra, y la esperamos al final de éste con una silla y un cuenco para lavar sus pies. Fue muy emotivo pues yo, su discípula, le lavé los pies, física y simbólicamente, en honor  a todo lo que me enseñó y agradeciéndole su labor. Con este baño quedó sellado el compromiso como estudiante de continuar aprendiendo allá donde esté, allá donde vaya, hasta que yo misma pueda enseñar... y así continuará el linaje de parteras.

También le llenamos la bañera de la sala de partos con pétalos de rosas, pero ella no lo vió hasta el final... cuando la dejamos sola en la habitación en la que tantos partos había atendido ¡y era la primera vez que iba a entrar en esa bañera!
Fue un día inolvidable pues, entre todo lo que hicimos, le regalamos una cesta llena de "consejos" de amigas. Es una antigua tradición en Africa, cuando una mujer se va a casar, las demás le ponen papelitos en una cesta para que los abra cuando tenga momentos difíciles en su relación y así se acuerde que no está sola, que sus amigas la aman y puede, a su vez, leer los consejos o palabras de aliento que un día sus hermanas colocaron allí. Es muy hermoso.

También ha habido varias celebraciones de cumpleaños (más sorpresitas) y mucho, mucho amor. Acá en San Cristóbal, está la tribu de parteras chamanas que colma mi alma de gozo en estos momentos. Está siendo realmente exquisito cada momento que nos juntamos... ¡y es a diario! Me encanta llegar a Luna Maya y abrazarnos, darnos los buenos días, preguntarnos cómo estamos, qué neceesitas de mi hoy... es tan femenino y agradable...

viernes, 25 de febrero de 2011

Segundo parto. Tercera hija

El sábado en la mañana me invitaron a una clase de yoga que estuvo buenísima. Después me fui al mercado a comprar un recipiente de cristal para, por fin, hacer la combucha (descubrimos que se podría haber estropeado por estar en un recipiente de plástico). De camino al mercado me llamó Cris para avisarme que la mujer que tenía fecha probable al día siguiente, había empezado su trabajo de parto, aunque aún estaba en fase muy temprana, sólo llamó para avisar. Después de comprar, fui a Luna Maya y estuve terminando de hacer todo lo que tenía pendiente (que esta semana había sido mucho, la verdad) y luego marché a casa.
A la noche fui a un concierto de Susana Harp. No sabía bien qué tipo de música era, me habían dicho que era mezcla de música mexicana tradicional con contemporánea. En fin, que allá fui y ¡maravillosa! Aprendí un montón de cosas de cultura mexicana, como que “La llorona” tiene más de 500 versos y, lo más conocido, es un trocito bien corto. También me enteré que en la costa chica (estados de Oaxaca y Guerrero) hay mucha descendencia africana y de cómo los cantos de Chile llegaron hasta ahí a través de los marineros que iban hacia el norte en busca del oro. Fue muy emotivo cuando contó cómo había conocido a una niña de San Juan Chamula que era poetisa y le había pedido permiso para poner música a un poema suyo. El caso es que Enriqueta, que ahora es una mujer, estaba en el concierto y subió al escenario a recitar su poema en tzotzil (lengua indígena chiapaneca) y castellano. Después lo cantó Susana con su banda. Realmente fue precioso y se sentía una energía muy elevada en ese momento.
Al salir del concierto nos fuimos a cenar y  prontito a casa pues presentía que iba a haber llamada…. ¡acerté! A las 5 de la mañana me suena el teléfono y a las 5.15 ya estaba en la calle esperando que me recogiera Cris.
La mujer de parto llegó con su marido y su cuñada sobre las 5.45. Como estaba de cinco centímetros, la partera se fue a dormir y yo me quedé allí para avisarle cuando fuera procedente. Estuve leyendo tranquilamente en la cocina porque la mujer se durmió un poco más de una hora. Estuve lidiando con el calentador pues no terminaba de conseguir que se encendiera y no podía llenar la bañera con agua caliente. Me rio al recordarlo pues llegué a rezar a SAN CALENTADOR ¡ja,ja! Sólo me quedaba respirar profundo y confiar en que todo se solucionaría, aunque, como siempre, yo no tuviera ni idea de cómo. Después todo fue muy rápido. Ella sentía a su hija bajar y llamé a Cris que, como siempre, rapidísima, llegó en tres minutos. Cris le propuso sentarse en la silla de partos y yo me fui a encender otro calentador a ver si podíamos llenar la bañera con una manguera. Cuando acabé de encenderlo, oigo llorar una bebita. Así que me fui al cuarto de partos y allí estaba la recién nacida, en brazos de su mamá. En menos de 15 minutos alumbró la placenta y la mamá se quedó recostada en la cama dando pecho a su tercera hija, que se enganchó fenomenal y muy pronto. Cris y yo nos fuimos a la cocina a desayunar y a dejarlos en intimidad. Me encantan esos momentos de charla porque mi Maestra tiene un montón de historias sobre partos, sobre personas del pueblo y, además, te va instruyendo sobre las cosas que vimos. Aprendí que la manera en que nace la placenta tiene dos nombres: Schultz y Duncan, según se desprenda del centro o de un lado.
Pero también aprendí un montón de cosas de la vida con las historias de Cris, quien la conozca sabe a qué me refiero. Es una mujer que tiene mucho que enseñar y nunca se cansa de contar anécdotas. Es como estar con tu abuelita contándote cuentos… delicioso
Me gusta mucho que el cordón solemos tardar tres horas, mínimo, en cortarlo. Y también el hecho de que, si todo está yendo bien, desaparecemos y dejamos que la familia viva su historia tranquilamente.
Sobre las 13.00 se fueron para su casa, felices, con su tercera hija. Nosotras limpiamos el cuarto, pusimos lavadoras, archivamos expediente y nos fuimos. Un poco antes de salir de Luna Maya se puso a llover torrencialmente. Qué rica es la sensación de caminar bajo la lluvia, con una sonrisa en la cara y otra en el alma, sabiendo que una vida nueva acaba de llegar a este lado, que fue recibida con mucho amor y respeto y que está en su casita, tan a gusto, con toda su familia.
La siesta estuvo muy reconfortante y el atardecer desde casa, con las luces de San Cristóbal allá abajo, encendiéndose de a poco…. Un día bien bello
Veremos qué nos depara la próxima semana.
Ahí va una fotito de Susana Harp. Besitos
Namasté

martes, 22 de febrero de 2011

Nuestro bello interior...




Tras el episodio del primer parto, llegaron las tan esperadas entradas en consulta ¡Es tan divertido! Entras en consultas prenatales, que duran aproximadamente una hora. Es bien bonito porque no se trata sólo de medir constantes vitales, escuchar el corazón del bebé y medir la panza de la mamá. Se habla mucho, de cómo se sienten la mamá y el papá, si tienen dudas, se les explican temas que les interesen o que la partera considera que han de saber antes de que nazca su bebé. Es muy bello porque conoces a las personas, sientes su energía, las escuchas. Es verdad que no es nada nuevo para mí, que como doula ya lo hacía, pero ahora es diferente pues ves mucha más gente en menos tiempo, no acompañas a dos familias por mes. Me gusta mucho tocar la panza de las mamás y aprender a sentir cómo está colocada/o su bebé. También disfruto tomando el pulso, pesándolas y midiendo la presión (esto todavía me cuesta un poco, tengo que andar por ahí pidiendo más “brazos prestados” a mis compañeras, así practico). Pero, la parte que más me gusta, es cuando hablan de su historia, cómo se conocieron, cuántos hijis (hijos e hijas) tienen, dónde viven, cómo les gustaría parir, en fin, conocer y sentir a la gente…
También entro en consulta de “Mujer Sana”. Me gusta este concepto, no vienes a ver a una ginecóloga porque algo va mal. Vienes para estar sana. Esta consulta abarca un amplio abanico de posibilidades. Citologías, endometriosis, miomas, consultas de fertilidad, amenorrea, reglas muy fuertes, todo lo que te imagines relacionado con la salud sexual de la mujer. Es tan apasionante. Aparte se usan mucho las hierbas y la homeopatía, métodos caseritos, ancestrales, de conexión con la Pachamama. Altamente disfrutable para mí.
Como cada semana tengo que entregar dos trabajos de investigación (cortitos, una o dos hojas) las consultas me sirven para descubrir términos que no había oído nunca, o despierta mi curiosidad por investigar sobre ciertos temas.
Pero,  lo más fascinante de todo, fue mi primera clase. Dos viernes al mes tenemos clase teórica. Tienes que llegar con el tema aprendido, se te hacen preguntas, conversas con la, o las parteras para ver dónde tienes que reforzar más y resuelven tus dudas. Al principio me ponía nerviosa la idea, como si fuese un examen y no hubiera estudiado (ja,ja) pero, la verdad, con leer un poco y contar lo que has investigado ya se abre un mundo de posibilidades, Cris y Alana te cuentan más cosas, te explican lo que no entiendes. Son muy comprensivas ¡y compasivas! Y te animan mucho. Realmente son las mejores maestras que podría tener en este momento. Van al grano, pero con suficiente amor para detenerse y explicarte todo otra vez si hace falta. Realmente es un placer, y un honor aprender con ellas.
Ahora viene la mejor parte de mi primera clase: APRENDER A HACER CITOLOGÍAS. Las parteras de Luna Maya son bien completitas y realizan papanicolau (citologías). Así que, como parte del equipo, aprendí a hacerlos. Es muy bello e íntimo aprender a realizar una prueba así, haciéndosela a una de tus maestras, con la otra a tu lado explicándote todo. Se genera una energía muy íntima, de complicidad.
El fascinante mundo interior de la mujer se me abrió de repente, como un regalo intuído mucho tiempo atrás. Sería aconsejable que, al menos una vez en la vida, una mujer viese su cuello uterino. ¡Es tan bonito! ¡Lleno de vida, rosadito, de carne preciosa! Cualquiera puede pensar que me volví loca pero, lo cierto, es que quedé impactada de ver lo bellas que somos por dentro, cuánta humedad, qué de vida latiendo ¡y muchas sin siquiera ser conscientes de ello! Antes había visto fotos de cuellos uterinos pero, de corazón, no es lo mismo. Es como ver vídeos de partos y estar en un parto. La vida que emana del cérvix es impactante. Agradezco mucho poder entrar en el mundo de la cueva de jade (vagina) y observar, una vez más, cuan sabia es la naturaleza, qué bien diseñadas estamos y qué hermosura el cuerpo humano ¡por dentro y por fuera!
Reconozco que me dio un poquito de cosa, al principio, meter el espéculo. Pero mis maestras me aseguraron que no iba a hacer daño, que respirara y estuviera tranquila. Y así fue, no era para tanto y, la verdad, la primera vez que introduces un espéculo, agradeces que sea a una amiga ¡que encima es partera hace más de diez años! Uf, un alivio…
Esa misma tarde vino una mujer a consulta y estuve practicando, con su consentimiento, por supuesto. Ya no dudé al introducir el espéculo, aunque sí me costó encontrar el cuello. Es la riqueza femenina, cada una con su cuellito hacia un lado, de una manera, tal cual somos, únicas e iguales. También practiqué la maniobra bimanual. Introduces dos dedos en la vagina y localizas el cuello, por fuera palpas el fondo del útero y los ovarios. Mides a ver si hay alguna anomalía. Es precioso, de verdad.
Y así terminó esta semana, entre consultas, visitas postparto y el gran descubrimiento del interior femenino, tan perfecto, tan jugoso, tan bien hecho como cualquier otro elemento de esta maravillosa tierra.
Namasté.

Primer parto. El Hogar Comunitario

 

Era Martes y, al día siguiente, no teníamos que ir a Luna Maya porque era feriado (fiesta). Ese día empezaba mi guardia pues la otra estudiante se iba tres semanas de vacaciones. El día anterior, mi compañera tuvo su examen semestral. Aprendí muchísmas cosas nuevas, como si hubiera entrado en 25 consultas a la vez. Fue muy divertido y productivo. Después de una larga e intensa jornada, me fui a casa, me duché, cené y me senté a leer en el salón, relamiéndome porque en breve me iba a ir tempranito a la cama ¡y podía dormir sin límites! Tenía todo un día libre por delante. Pero, de repente, suena mi teléfono… “Hay una mujer de parto en el Hogar Comunitario”. Ok, vamos allá. A las 10 de la noche llegamos al hogar comunitario. Había oído mucho hablar de este lugar pero nunca había estado allí. Sólo conocía a un par de mujeres que trabajan ahí pero, en ese momento, no estaban.
El Hogar Comunitario es una casa que, entre otras cosas, acoge a mujeres embarazadas que están o han sufrido situaciones de violencia. Si bien allí tienen un cuarto de partos (es nuevo), es una energía bien diferente a la de Luna Maya. Suelen ser mujeres indígenas, de comunidades cercanas a San Cristóbal de las Casas. Llegan unas semanas antes de parir, paren y, luego, cuando tienen más o menos “resuelto” dónde ir, se van. Hay un sistema de adopción para las que no quieran quedarse con su bebé.  Y hay enfermeras para cuidarlas que hacen turnos de 24 horas conviviendo con ellas en el hogar.
Al llegar estaba la enfermera de guardia, una chica muy jovencita, también indígena, y la mujer de parto (22 años). Cristina me dejó allí porque aún faltaba bastante. Fue una noche muy larga, dormí una hora gracias a que éramos dos y nos turnamos. La bebé estaba posterior, entonces nos pusimos manos a la obra con el rebozo. La mujer se colocaba a cuatro patas, las nalgas hacia arriba y la manteábamos y le golpeábamos suave pero intensamente sobre los isquiones. Así  como diez minutos (calculado a ojo, claro). Luego se acostaba de lado. Al rato volvía a ponerse a cuatro patas y la manteábamos. Luego se acostaba del otro lado. Al rato otra vez manteo…. Y así estuvimos hasta las 7 de la mañana, vuelta y vuelta entre manteo y manteo.
A las 7 decidió meterse en el agua, así que estuvo en la bañera hasta las 9 de la mañana. Luego salió y empezó a bucear en lo profundo de su alma. Simplemente lloraba. Pero lloraba cada vez más intensa y profundamente. Quién sabe en qué lugares se estaría metiendo, qué episodios del pasado estaba trascendiendo. Lo poco que yo sabía de su historia es que estaba muy sola. El papá de la criatura desapareció y su familia no la apoyaba nada, no sabía qué iba a ser de ella, sólo que quería quedarse con su niña, pero ni idea si iba a poder volver con su familia. Suficiente para llorar ¿verdad?
Me sorprendió mucho su llanto profundo. Nunca había estado en un parto así, con una energía tan densa, con tanta tristeza y soledad. Agradecí a la vida que la enfermera y yo, al menos, hubiéramos pasado toda la noche acompañándola. Agradezco a la vida que esa mujer guerrera se atreviera a transitar por su oscuridad y trascendiera su historia, reconectando con su fuerza para poder dar a luz.
A las 12.30 am nació su hija, dentro del agua. Un nacimiento suave, sin desgarro. Una bebé bien despierta, con los ojazos abiertos, tranquila ¡y mucho pelo en su cabeza! Quedaron ratito en el agua y la bebé flotaba sostenida por Cris. Se respiraba mucha paz. La placenta la alumbró en tierra, sentada en la silla de partos. Cuando se iba a levantar para ir a la cama, medio se desmayó. Así que la acostamos en el piso, la asistimos y después la llevamos a la cama con una camilla portátil, plegable, que Cris lleva en su bolsa de partos. Me pareció un invento genial: una tela rectangular, con unas correítas para sostener a la persona. Sencillo, rápido y fácil.
Fue un parto bien bello, suave. Yo también estuve transitando por mis lugarcitos recónditos, por mis dudas, mis miedos y mis resistencias…. Abrirme a una energía tan diferente fue un trabajo bien importante para mí. Por mucho que te cuenten de las mujeres del hogar, de la violencia, del abandono, del maltrato… Hasta que no vives y sientes esa energía no eres capaz de imaginarte cómo va a ser. No lo pasé mal, simplemente me abrí a darme cuenta cuán diferente iban a ser los partos en los que estuviera a partir de ahora. Ya no iba a estar al lado de mujeres que deciden conscientemente embarazarse y tienen un compañero a su lado, o una red social, o un “estado que las apoya”(entiéndase, comparando con el ” 1º mundo”). Realmente aproveché la oportunidad de abrirme a esa nueva energía, a veces densa, a veces dura, cruda, pero que, en el fondo, está sostenida, como todo, como siempre, POR EL AMOR.
Llegué a casa como a las 7 de la tarde, agotada, teniendo que digerir y colocar bastantes cosas aún. Al volver en el coche Cris me preguntó “qué tal estás” (como no había dormido más que una hora) y le contesté “mañana te digo porque ahora estoy un poco revuelta y tengo una visión demasiado distorsionada”. Efectivamente, al día siguiente, todo se veía de otra manera.
No hay nada como dejar posar las cosas, tener paciencia y confianza….
Así fue el primer parto que acompañé en Chiapas, en el hogar comunitario, una mujer trece años más joven que yo, sola y decidida a tener a su hija y no abandonarla. Una experiencia inolvidable.
Namasté.
                                  

Un regalo que olvidé comentar....


Sábado, quedan tres días para el campamento de parteras y ¡sorpresa! Llegando a Luna Maya vemos una mujer acercándose a la puerta que se parece mucho a Angelina (algunas la conocéis por unos vídeos que rulamos en fuerza de doulas). ¡Sí, era ella! Venía al campamento de parteras. Su hijo le regaló el boleto de avión y allí estaba. Después de toda una vida de práctica, con su característica humildad, vino a participar con nosotras. Fue precioso escucharla, verla abrirse y compartir historias y risas con ella. Para mí es una mujer que, si bien he estado poco con ella en esta vida, es muy importante en mi camino pues trae un saber infinito que le fue legado por su linaje de parteras. Es sencilla, amable, encantadora y sabe un montón. Aprendí un poquito de plantas, conversando con ella, y también pude preguntarle muchas cosas. Para Isa, mi compañera de casa y estudios, y mi hermana del alma, es también muy importante Angelina en su vida, pues con ella estuvo aprendiendo en Cuernavaca durante año y medio. La primera noche la alojamos en casa y fue muy grato tenerla tan cerca. Después se quedó en casa de Cris. Angelina tiene el don de compartir todo lo que sabe, me gusta mucho la gente así. Estuve el año pasado en un taller de partos podálicos con ella, es una maestra. Si alguna vez ven que va a dar un curso o participar en algún congreso, no duden en ir a conocerla. Es puro amor. ¡Bendita seas Angelina! Gracias por ser una de mis compañeras del campamento de parteras de este año.
Ahí va una foto al finalizar el campamento, Isa, Angelina y yo en casa, tronchadas de la risa…su sabiduría también radica en su genial humor

domingo, 13 de febrero de 2011

Campamento de parteras



¡Y llegó por fin! El lunes en la mañana me desperté bien temprano para meditar, practicar asanas, tener tiempo para mí. Nos faltaban comprar algunas cositas de última hora, como las flores, así que a las 8 de la mañana ya estábamos por el pueblo paseando. Llegamos a Luna Maya, Isa y yo, y nos fuimos directas al jardín. Hacemos muy buen equipo juntas. Ella se puso a deshojar flores y yo fui montando el altar. La propuesta de Cris era que hiciéramos un pasillo con pétalos hasta llegar al círculo hecho con más flores al fondo del jardín. Dentro del círculo, colocamos una vela en cada dirección y una central con la virgen de Guadalupe. También pusimos maíz, frijoles, copal, cacao y ocotes (una madera que huele bien rico). Estaba todo tan bello, lleno de flores, velitas y amor. Cuando llegaron las chicas, ya estábamos casi listas. Antes de entrar al pasillo florido que las llevaba hasta el altar, las fuimos limpiando con copal y les entregábamos una vela a cada una, luego iban llegando al círculo y sentándose donde sintieran. Éramos 17 mujeres y había una energía que podías casi agarrar con las manos. Un comienzo muy amoroso. Empezamos las actividades bajo el fuerte sol de los altos de Chiapas, abriendo nuestros corazones, haciéndonos conscientes de para qué estábamos en el campamento ¡y en la partería!
Trabajamos muchos temas: mujer sana, pelvis, posicionamiento fetal, parto vaginal después de cesárea, postparto, acompañamiento, homeopatía y flores de Bach.  Lo que he de decir es que ningún tema fue tratado de forma convencional. Cristina tiene un don bien potente, que es guiarte hacia la profundidad de tu Ser, para que bucees en él, para que te des cuenta, te abras, mires de frente quién eres, dónde estás, para qué estás ahí, cómo vas a darle la vuelta y hacia dónde quieres ir realmente. Es una gran maestra, muy sutil y amorosa, tanto que casi ni te das cuenta de cómo vas yendo cada vez un poco más lejos y profundo aún. Es muy hermoso descubrir tantas cosas de ti, de tu luz y tu sombra y poder nombrarlas, sentirlas y compartirlas con el grupo. Se te hace presente cómo todas tenemos dentro un sinfín de vivencias que nos llevan a emociones y a movernos por la vida de una manera que a veces ni nos cuestionamos. El campamento es un espacio íntimo donde cada una ahonda en sí misma y nos vamos haciendo de espejos unas a otras. Es increíble ver cómo cada vez que habla una, las demás sentimos que esa historia tiene mucho de ti. La enseñanza mayor de este encuentro de una semana no son conocimientos teóricos sobre partería. Todas sabemos (o podemos aprender en libros) cuestiones básicas que una partera lleva a cabo. Pero el aprendizaje mayor de este encuentro es dónde estás tú, quién eres, para qué asistes partos, desde dónde acompañas, qué tiene que ver contigo todo esto, ¿y con tu historia personal? Es revelador ir encontrando respuestas y dándote cuenta de tus condicionamientos y estructuras, de cómo puedes estar realizando tu práctica desde un lugar erróneo o no muy correcto y ni siquiera haberte dado cuenta. Es tan fina la línea donde una toma el poder de la mujer que está acompañando, quitándole el suyo, aniñándola y no permitiendo que sea la protagonista. Es tan fácil caer en los errores que quieres evitar, es tan rápido poder meter la pata, decir una palabra que hiera o marque un antes y un después en la maternidad…
Todo eso es por donde estuvimos navegando, a través de ejercicios sencillos pero que te hacían viajar un poco más adentro a cada instante ¡cuánta sabiduría, Cristina! Recorrimos el laberinto de Inanna, pintamos desde el inconsciente, modelamos después de ser guiadas a lugares remotos de nuestra alma. Bailamos, cantamos y compartimos mucho, mucho. La partería exige que tú seas capaz de desnudarte y quieras crecer, pues ¿cómo si no ibas a estar al lado de otra mujer en el rito iniciático más ancestral y visceral de toda su vida? ¿Cómo pedir a tus hermanas que se rompan si tú no eres capaz de resquebrajarte? 
El campamento, hermanas, es ALTAMENTE RECOMENDABLE. Les aviso cuando Cristina vaya para España, que no será de aquí a más de un año… Espero puedan disfrutar de la sabiduría de esta gran maestra.

jueves, 10 de febrero de 2011

Segunda semana



Realmente ha sido bien tranquila esta semana pues se trataba de ir aprendiendo más cosas sobre dónde está todo y cómo funciona Luna Maya,  y repasar lo aprendido anteriormente.
Es bien importante conocer la filosofía y el funcionamiento del lugar en el que estás  colaborando, sobre todo si es un proyecto para el bien de los demás. Estoy sintiendo bien mágico todo lo que sucede, de qué manera se resuelven   las cuestiones que surgen, cómo se tienen en cuenta todos los aspectos (físicos, mentales y emocionales) no sólo de las mujeres que se acercan a consulta, sino de todas las que formamos el equipo y, cuando digo todas, somos todas: parteras, estudiantes, administradora, directora y co-directora, limpiadora, recepcionistas, profesoras de diversas actividades. Es bien gratificante preguntarnos cómo estás o cómo te sientes, qué necesitas…. Es muy agradable trabajar así, con tiempo para escuchar y ser escuchada.
Asistí a mi primer taller de crianza, que se titulaba “Crianza feliz”. Se da una información muy útil, se tratan temas como el respeto, el amor, los límites, los llantos, las rabietas, la paciencia, el amor, la comunicación. El taller consta de una parte que podríamos decir “más teórica” pero donde todas las personas que estamos en la sala participamos y opinamos. Se trabaja también con recuerdos de nuestra propia infancia y haciéndonos conscientes de cómo se graban en el Ser hasta el día de hoy. De este modo, las mamás y papás se dan cuenta de cómo pueden cambiar ciertos aspectos en la crianza de sus hijos e hijas para así hacerla desde un lugar más sano. Estuvimos viendo posturas para llevar a bebés recién nacidos con el fular y también cuando crecen. Me gustó mucho lo participativa que es la gente y cómo entre todos fuimos haciendo el taller, no era una profesora dando consejos o hablando, entre todos construimos y fuimos dando forma a las cuestiones que más nos interesaban o preocupaban.

Otra cosa que he empezado a hacer es bebida de combucha. Introduzco el hongo en té verde y azúcar morena y lo dejo macerar 10 días. Luego lo envaso. Esta primera vez no salió, pues el hongo se llenó de moho, así que volveré a intentar esta semana de nuevo. Ojalá salga bien.
Una de las cosas que más disfruto de la semana son las reuniones de “revisión de casos” de los viernes. Son muy dinámicas y, entre lo que escuchamos y decimos sobre las personas que se acercan a Luna Maya, vamos aprendiendo muchísimo. Me encanta ir preguntando todo lo que no sé. Mis maestras son amorosísimas y van contestando todas mis dudas. De verdad que se aprende mucho así. Antes de empezar la reunión, nos tomamos un tiempo para hacer una rueda de palabra y expresar al grupo cómo estás hoy, cómo te ha ido la semana, cómo te sientes y si necesitas expresar algo de ti o respecto al grupo o algo que te inquiete o haya sucedido esa semana en la casa de partos y quieras comentar. Es bien bello ir abriendo los corazones y saber cómo están tus compañeras pues, a veces, van pasando los días y cada una está metida en su trabajo o en sus propias cuestiones y no tienes mucho tiempo para conversar con las compañeras. También recordamos siempre el pacto de la privacidad de todo lo que hablamos ¡sobre todo respecto a las mujeres que vienen a consulta! Sinceramente, los viernes son días muy amenos.
Este viernes las estudiantes también tuvimos reunión con nuestras maestras: Alana y Cristina. Hablamos de bibliografía, bases de datos y actividades que debe realizar la estudiante. Nos fueron diciendo el temario que tenemos que estudiar para los próximos dos meses y comentamos todo el semestre. La verdad es que hubo un momento que me agobié pues me pareció un montón y me sentía perdida, sobre todo no sabía bien cómo lo iba a hacer. Pero, lo bueno, es que lo expresé y me sentí más tranquila, también sentí mucho apoyo por parte de las profesoras. Será estupendo empezar a entrar en las consultas, conocer a las mujeres, aprender habilidades clínicas y asistir partos. Una cosa que me gustó mucho es que tengo que investigar dos temas por semana. Según vaya viendo cosas en consulta que me llamen la atención o sobre las que me interese aprender más, esos temas serán los que tenga que entregar al final de la semana. De momento, hasta que no pase la semana de campamento de parteras, no haré nada de todo esto, pero ya tengo muchas ganas.
El viernes, como broche final, Cris nos comentó todo lo que necesitábamos comprar para el campamento de parteras y nos pidió si podíamos ofrecer nuestra casa por las tardes para hacer ahí las actividades del campamento ¡Isa y yo dijimos que sí al unísono! Así que el sábado nos dedicamos a comprar flores, copal, velas, tés, panes, frutas, frutos secos, cartulinas, pinturas y un montón de cosas más que usaremos la próxima semana.
Para concluir he de añadir que ha sido una semana bastante tranquila, muy productiva y estoy deseando que llegue el campamento de parteras, es una oportunidad de sanación inmensa y una conexión muy fuerte con tus hermanas. Se acerca la fuerza del círculo, una vez más…

domingo, 6 de febrero de 2011

Primera semana en Luna Maya







Realmente es un regalo estar aquí. Parece como si la vida hubiera colocado en un solo lugar todo lo que anhelo. Estos últimos años me he centrado en dar a las mujeres que acompañaba un servicio lo más completo posible y, a la vez, he trabajado en red, rodeada de muchas y muy buenas profesionales. Es importante que una sola persona no abarque todos los ámbitos (si bien es imposible) porque está bien bueno poder trabajar en equipo. Pues Luna Maya me ha reconfortado mucho el alma al ver que hay todo tipo de disciplinas ¡con las que yo vibro tanto! Yoga, reflexología, esencias florales, homeopatía, acupuntura, nutrición, fertilidad, masajes, baños apapachadores…. Es una delicia sentirme parte de este proyecto tan bello, tan humano y de alta calidad a la hora de cuidar a las familias que se acercan a nosotras.
Otra de las cuestiones que me tiene bien contenta es la forma en cómo está estructurada la casa de partos. Cada una tiene su función: la directora, la co-directora, la administradora, la recepcionista, la partera, la estudiante, la profesora de yoga… pero todas nos apoyamos mutuamente y hay una manera circular de hacer las cosas, un cuidado la una de la otra, bien bonito, bien femenino, muy amoroso. No digo que no haya jerarquías, más bien es una manera de resolver asuntos y de llevar a cabo nuestras tareas como un verdadero equipo que mira por el bien común de todis (ya saben que como no me gusta escribir todos/as, pongo todis cuando hablo de ambos géneros). Un ejemplo bien claro de esto que estoy explicando y que me llenó el corazón de alegría lo viví en mi primera reunión de equipo (es un viernes al mes). Estábamos todas las que formamos Luna Maya y las decisiones se toman en CONSENSO. Esto me parece bien bello y equilibrado. No sirve votar y lo que a la mayoría le venga bien, se hace. Cris lo dijo de una manera bien clara “si gana la mayoría, siempre hay dos que estarán  oprimidos”. El consenso es que todas estemos de acuerdo y eso lleva al diálogo, la flexibilidad y la apertura. ¡Anhelaba tanto algo así! En la formación de doulas de Madrid, funcionamos de esta manera y me parece bien sano y constructivo. Gracias a la vida por traerme a este círculo de mujeres donde el consenso es la forma de tomar decisiones.
Respecto a mis tareas esta primera semana, todo ha ido suave, de manera que he ido integrando la forma de trabajo y la atención que se da en Luna Maya. El primer día estuve pegada a la recepcionista que me explicaba dónde estaban las sábanas, las toallas, cuándo se cambian, dónde se tira la basura y dónde están guardadas las cosas (desde cucharas y vasos hasta material de partera). Está buenísimo ir aprendiendo también dónde están las cosas en recepción, cómo anotar una cita o llevar las cuentas de lo que se vende en la tiendita. Hay un cajón que tiene todo tipo de papeles y me parece bien útil saber cómo registrar un préstamo de libro de nuestra biblioteca o dónde están los recibos.
A lo largo de la semana he ido aprendiendo horarios de talleres, precios de las actividades y, algo que me ha parecido hermoso, ir descubriendo cada consultorio. En Luna Maya hay una filosofía bien bella, muy sutil. Cada consultorio tiene un color y, lo que más me ha impresionado, es lo cuidada que está la energía. Por ejemplo, en el consultorio que se hace revisión a las embarazadas, no se realizan pruebas de embarazo ni se pasa consulta de fertilidad. Eso me parece realmente genial, bien en la vibra del cuidado. Porque ¿qué tal si alguien se hace un test de embarazo y sale positivo pero no quiere tener ese bebé? No estaría nada bueno mezclar esa energía con la de las mujeres embarazadas, felices de estarlo. ESTO ME PARECE ALGO MARAVILLOSO, bien sutil y que dice mucho de lo atenta y conectada que está la impulsora de esta casa de partos.
También he ido aprendiendo a lo largo de la semana algunas de las funciones que tenemos las estudiantes de partera. Desde poner la lavadora hasta esterilizar material clínico. Me gustó mucho irme metiendo en los talleres y clases, eso te da una visión más amplia del trabajo que hacemos aquí y, a la hora de informar a las personas que vienen, sabes de qué estás hablando. Realmente es de agradecer que mi hermanita del alma, Isabel, ya lleva unos meses como estudiante y, aparte, vivimos juntas, con lo cual ella me va explicando cositas y me resuelve muchas dudas. También me da muy buenos consejos para no meter la pata y me da “clases de mexicano” para que mi comunicación aquí sea más fluida. En España tendemos a ser demasiado directos o incluso bruscos, Isa me dice “eso suena muy fuerte, o mejor exprésalo así”. Está siendo muy útil a la hora de aprender cómo funciona Chiapas socialmente.
Algo que me pareció fascinante fue “LA REVISIÓN DE CASOS”. Es una reunión de las mujeres del equipo que estamos en consulta o terapias y se hace cada viernes. Me parece genial que se hable, entre todas,  de cada una de las mujeres que han sido atendidas esa semana. Es bien enriquecedor porque a veces una no ve cosas que otra sí lo hace, entonces se puede ampliar la visión y la línea de trabajo es multifacética. Esto es algo que también está muy cuidado porque, obviamente, la privacidad de cada caso está muy respetada. Todo lo que hablamos en esta reunión, evidentemente, no sale de ahí, y eso me parece muy mágico, se crea una burbujita de energía entre todas, mirando por el mayor bien de cada mujer y luego, se sella todo lo hablado en el interior de cada una y nos vamos.... ¡cómo me gusta!
LA GRAN SORPRESA DE LA SEMANA….
El miércoles, de repente, me llaman la profe de yoga y la directora, y me preguntan “¿oye, tú darías clases de yoga prenatal?”( la profe está embarazada de 8 meses y ya quiere ir soltando las clases). Mi respuesta fue un SÍ, sin duda alguna. El jueves en la mañana entré a clase de yoga prenatal puesto que he de entrar a todas las clases y talleres posibles. Disfruté mucho de recibir una clase de yoga y me pareció muy práctico que las mamás se vayan familiarizando conmigo, aunque de momento esté como una alumna más. Al mediodía me fui a comer a un centro de yoga que los jueves hacen comida ayurvédica y, estando allí, me llegó un mensaje de Anna (la profe) sí quería dar la clase de yoga prenatal de la tarde, que se encontraba muy cansada. ¡Claro! Así que a las 18.30 estaba empezando a impartir la clase. Fue tan bello… Y siento que me va a hacer muy bien por varios motivos: mi conexión con la yoga, salir un poco del papel de estudiante (llevo tantos años dando clases y haciendo varias cosas a la vez, que verme sólo como estudiante intuyo que me iba a costar un poco) y, creo que el motivo más importante es tener una conexión con las mamás desde otro lugar. Las clases te permiten relacionarte con ellas de otra manera muy distinta que en consulta y puedes ir conociéndolas mucho mejor y ellas a ti. Va a ser muy  bonito. Por ahora, la semana que viene aún está Anna como profesora y luego ella ya se va a vivir su último mes de embarazo y la crianza soltando por un tiempo su labor. Para mí es todo un regalo y ya tengo un montón de ideas anotadas en mi cuadernito para ir haciendo en las clases ¡qué emocionante!
Para terminar este capítulo de la primera semana, sólo añadir que me siento muy a gusto y que me hace mucha gracia ir todo el día con un cuadernito y una pluma en la mano, anotando cada detalle, cada cosita nueva, es bien divertido y me hace sentir como una niña pequeña con los ojos y las orejas bien abiertos, sin perder detalle, queriéndome empapar de todo…. Gracias Cris, gracias a la vida, gracias a todas….
Esta vez van algunas fotos de Luna Maya y de nuestra casa, que es bien bella y realmente la sentimos como un hogar…. Shanticalli es su nombre(la bauticé esta mañana mientras desayunaba al sol en el jardín). Se pronuncia “shanticali” y es una mezcla de sánscrito con náhuatl. Significa “La casa de la paz” y es que tanto Isabel (mi hermanita del alma, la otra estudiante en Luna Maya) y yo la sentimos como un lugar que nos acoge, nos abraza y donde sentimos mucha paz.  Namasté.