viernes, 25 de febrero de 2011

Segundo parto. Tercera hija

El sábado en la mañana me invitaron a una clase de yoga que estuvo buenísima. Después me fui al mercado a comprar un recipiente de cristal para, por fin, hacer la combucha (descubrimos que se podría haber estropeado por estar en un recipiente de plástico). De camino al mercado me llamó Cris para avisarme que la mujer que tenía fecha probable al día siguiente, había empezado su trabajo de parto, aunque aún estaba en fase muy temprana, sólo llamó para avisar. Después de comprar, fui a Luna Maya y estuve terminando de hacer todo lo que tenía pendiente (que esta semana había sido mucho, la verdad) y luego marché a casa.
A la noche fui a un concierto de Susana Harp. No sabía bien qué tipo de música era, me habían dicho que era mezcla de música mexicana tradicional con contemporánea. En fin, que allá fui y ¡maravillosa! Aprendí un montón de cosas de cultura mexicana, como que “La llorona” tiene más de 500 versos y, lo más conocido, es un trocito bien corto. También me enteré que en la costa chica (estados de Oaxaca y Guerrero) hay mucha descendencia africana y de cómo los cantos de Chile llegaron hasta ahí a través de los marineros que iban hacia el norte en busca del oro. Fue muy emotivo cuando contó cómo había conocido a una niña de San Juan Chamula que era poetisa y le había pedido permiso para poner música a un poema suyo. El caso es que Enriqueta, que ahora es una mujer, estaba en el concierto y subió al escenario a recitar su poema en tzotzil (lengua indígena chiapaneca) y castellano. Después lo cantó Susana con su banda. Realmente fue precioso y se sentía una energía muy elevada en ese momento.
Al salir del concierto nos fuimos a cenar y  prontito a casa pues presentía que iba a haber llamada…. ¡acerté! A las 5 de la mañana me suena el teléfono y a las 5.15 ya estaba en la calle esperando que me recogiera Cris.
La mujer de parto llegó con su marido y su cuñada sobre las 5.45. Como estaba de cinco centímetros, la partera se fue a dormir y yo me quedé allí para avisarle cuando fuera procedente. Estuve leyendo tranquilamente en la cocina porque la mujer se durmió un poco más de una hora. Estuve lidiando con el calentador pues no terminaba de conseguir que se encendiera y no podía llenar la bañera con agua caliente. Me rio al recordarlo pues llegué a rezar a SAN CALENTADOR ¡ja,ja! Sólo me quedaba respirar profundo y confiar en que todo se solucionaría, aunque, como siempre, yo no tuviera ni idea de cómo. Después todo fue muy rápido. Ella sentía a su hija bajar y llamé a Cris que, como siempre, rapidísima, llegó en tres minutos. Cris le propuso sentarse en la silla de partos y yo me fui a encender otro calentador a ver si podíamos llenar la bañera con una manguera. Cuando acabé de encenderlo, oigo llorar una bebita. Así que me fui al cuarto de partos y allí estaba la recién nacida, en brazos de su mamá. En menos de 15 minutos alumbró la placenta y la mamá se quedó recostada en la cama dando pecho a su tercera hija, que se enganchó fenomenal y muy pronto. Cris y yo nos fuimos a la cocina a desayunar y a dejarlos en intimidad. Me encantan esos momentos de charla porque mi Maestra tiene un montón de historias sobre partos, sobre personas del pueblo y, además, te va instruyendo sobre las cosas que vimos. Aprendí que la manera en que nace la placenta tiene dos nombres: Schultz y Duncan, según se desprenda del centro o de un lado.
Pero también aprendí un montón de cosas de la vida con las historias de Cris, quien la conozca sabe a qué me refiero. Es una mujer que tiene mucho que enseñar y nunca se cansa de contar anécdotas. Es como estar con tu abuelita contándote cuentos… delicioso
Me gusta mucho que el cordón solemos tardar tres horas, mínimo, en cortarlo. Y también el hecho de que, si todo está yendo bien, desaparecemos y dejamos que la familia viva su historia tranquilamente.
Sobre las 13.00 se fueron para su casa, felices, con su tercera hija. Nosotras limpiamos el cuarto, pusimos lavadoras, archivamos expediente y nos fuimos. Un poco antes de salir de Luna Maya se puso a llover torrencialmente. Qué rica es la sensación de caminar bajo la lluvia, con una sonrisa en la cara y otra en el alma, sabiendo que una vida nueva acaba de llegar a este lado, que fue recibida con mucho amor y respeto y que está en su casita, tan a gusto, con toda su familia.
La siesta estuvo muy reconfortante y el atardecer desde casa, con las luces de San Cristóbal allá abajo, encendiéndose de a poco…. Un día bien bello
Veremos qué nos depara la próxima semana.
Ahí va una fotito de Susana Harp. Besitos
Namasté

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