viernes, 25 de febrero de 2011

Segundo parto. Tercera hija

El sábado en la mañana me invitaron a una clase de yoga que estuvo buenísima. Después me fui al mercado a comprar un recipiente de cristal para, por fin, hacer la combucha (descubrimos que se podría haber estropeado por estar en un recipiente de plástico). De camino al mercado me llamó Cris para avisarme que la mujer que tenía fecha probable al día siguiente, había empezado su trabajo de parto, aunque aún estaba en fase muy temprana, sólo llamó para avisar. Después de comprar, fui a Luna Maya y estuve terminando de hacer todo lo que tenía pendiente (que esta semana había sido mucho, la verdad) y luego marché a casa.
A la noche fui a un concierto de Susana Harp. No sabía bien qué tipo de música era, me habían dicho que era mezcla de música mexicana tradicional con contemporánea. En fin, que allá fui y ¡maravillosa! Aprendí un montón de cosas de cultura mexicana, como que “La llorona” tiene más de 500 versos y, lo más conocido, es un trocito bien corto. También me enteré que en la costa chica (estados de Oaxaca y Guerrero) hay mucha descendencia africana y de cómo los cantos de Chile llegaron hasta ahí a través de los marineros que iban hacia el norte en busca del oro. Fue muy emotivo cuando contó cómo había conocido a una niña de San Juan Chamula que era poetisa y le había pedido permiso para poner música a un poema suyo. El caso es que Enriqueta, que ahora es una mujer, estaba en el concierto y subió al escenario a recitar su poema en tzotzil (lengua indígena chiapaneca) y castellano. Después lo cantó Susana con su banda. Realmente fue precioso y se sentía una energía muy elevada en ese momento.
Al salir del concierto nos fuimos a cenar y  prontito a casa pues presentía que iba a haber llamada…. ¡acerté! A las 5 de la mañana me suena el teléfono y a las 5.15 ya estaba en la calle esperando que me recogiera Cris.
La mujer de parto llegó con su marido y su cuñada sobre las 5.45. Como estaba de cinco centímetros, la partera se fue a dormir y yo me quedé allí para avisarle cuando fuera procedente. Estuve leyendo tranquilamente en la cocina porque la mujer se durmió un poco más de una hora. Estuve lidiando con el calentador pues no terminaba de conseguir que se encendiera y no podía llenar la bañera con agua caliente. Me rio al recordarlo pues llegué a rezar a SAN CALENTADOR ¡ja,ja! Sólo me quedaba respirar profundo y confiar en que todo se solucionaría, aunque, como siempre, yo no tuviera ni idea de cómo. Después todo fue muy rápido. Ella sentía a su hija bajar y llamé a Cris que, como siempre, rapidísima, llegó en tres minutos. Cris le propuso sentarse en la silla de partos y yo me fui a encender otro calentador a ver si podíamos llenar la bañera con una manguera. Cuando acabé de encenderlo, oigo llorar una bebita. Así que me fui al cuarto de partos y allí estaba la recién nacida, en brazos de su mamá. En menos de 15 minutos alumbró la placenta y la mamá se quedó recostada en la cama dando pecho a su tercera hija, que se enganchó fenomenal y muy pronto. Cris y yo nos fuimos a la cocina a desayunar y a dejarlos en intimidad. Me encantan esos momentos de charla porque mi Maestra tiene un montón de historias sobre partos, sobre personas del pueblo y, además, te va instruyendo sobre las cosas que vimos. Aprendí que la manera en que nace la placenta tiene dos nombres: Schultz y Duncan, según se desprenda del centro o de un lado.
Pero también aprendí un montón de cosas de la vida con las historias de Cris, quien la conozca sabe a qué me refiero. Es una mujer que tiene mucho que enseñar y nunca se cansa de contar anécdotas. Es como estar con tu abuelita contándote cuentos… delicioso
Me gusta mucho que el cordón solemos tardar tres horas, mínimo, en cortarlo. Y también el hecho de que, si todo está yendo bien, desaparecemos y dejamos que la familia viva su historia tranquilamente.
Sobre las 13.00 se fueron para su casa, felices, con su tercera hija. Nosotras limpiamos el cuarto, pusimos lavadoras, archivamos expediente y nos fuimos. Un poco antes de salir de Luna Maya se puso a llover torrencialmente. Qué rica es la sensación de caminar bajo la lluvia, con una sonrisa en la cara y otra en el alma, sabiendo que una vida nueva acaba de llegar a este lado, que fue recibida con mucho amor y respeto y que está en su casita, tan a gusto, con toda su familia.
La siesta estuvo muy reconfortante y el atardecer desde casa, con las luces de San Cristóbal allá abajo, encendiéndose de a poco…. Un día bien bello
Veremos qué nos depara la próxima semana.
Ahí va una fotito de Susana Harp. Besitos
Namasté

martes, 22 de febrero de 2011

Nuestro bello interior...




Tras el episodio del primer parto, llegaron las tan esperadas entradas en consulta ¡Es tan divertido! Entras en consultas prenatales, que duran aproximadamente una hora. Es bien bonito porque no se trata sólo de medir constantes vitales, escuchar el corazón del bebé y medir la panza de la mamá. Se habla mucho, de cómo se sienten la mamá y el papá, si tienen dudas, se les explican temas que les interesen o que la partera considera que han de saber antes de que nazca su bebé. Es muy bello porque conoces a las personas, sientes su energía, las escuchas. Es verdad que no es nada nuevo para mí, que como doula ya lo hacía, pero ahora es diferente pues ves mucha más gente en menos tiempo, no acompañas a dos familias por mes. Me gusta mucho tocar la panza de las mamás y aprender a sentir cómo está colocada/o su bebé. También disfruto tomando el pulso, pesándolas y midiendo la presión (esto todavía me cuesta un poco, tengo que andar por ahí pidiendo más “brazos prestados” a mis compañeras, así practico). Pero, la parte que más me gusta, es cuando hablan de su historia, cómo se conocieron, cuántos hijis (hijos e hijas) tienen, dónde viven, cómo les gustaría parir, en fin, conocer y sentir a la gente…
También entro en consulta de “Mujer Sana”. Me gusta este concepto, no vienes a ver a una ginecóloga porque algo va mal. Vienes para estar sana. Esta consulta abarca un amplio abanico de posibilidades. Citologías, endometriosis, miomas, consultas de fertilidad, amenorrea, reglas muy fuertes, todo lo que te imagines relacionado con la salud sexual de la mujer. Es tan apasionante. Aparte se usan mucho las hierbas y la homeopatía, métodos caseritos, ancestrales, de conexión con la Pachamama. Altamente disfrutable para mí.
Como cada semana tengo que entregar dos trabajos de investigación (cortitos, una o dos hojas) las consultas me sirven para descubrir términos que no había oído nunca, o despierta mi curiosidad por investigar sobre ciertos temas.
Pero,  lo más fascinante de todo, fue mi primera clase. Dos viernes al mes tenemos clase teórica. Tienes que llegar con el tema aprendido, se te hacen preguntas, conversas con la, o las parteras para ver dónde tienes que reforzar más y resuelven tus dudas. Al principio me ponía nerviosa la idea, como si fuese un examen y no hubiera estudiado (ja,ja) pero, la verdad, con leer un poco y contar lo que has investigado ya se abre un mundo de posibilidades, Cris y Alana te cuentan más cosas, te explican lo que no entiendes. Son muy comprensivas ¡y compasivas! Y te animan mucho. Realmente son las mejores maestras que podría tener en este momento. Van al grano, pero con suficiente amor para detenerse y explicarte todo otra vez si hace falta. Realmente es un placer, y un honor aprender con ellas.
Ahora viene la mejor parte de mi primera clase: APRENDER A HACER CITOLOGÍAS. Las parteras de Luna Maya son bien completitas y realizan papanicolau (citologías). Así que, como parte del equipo, aprendí a hacerlos. Es muy bello e íntimo aprender a realizar una prueba así, haciéndosela a una de tus maestras, con la otra a tu lado explicándote todo. Se genera una energía muy íntima, de complicidad.
El fascinante mundo interior de la mujer se me abrió de repente, como un regalo intuído mucho tiempo atrás. Sería aconsejable que, al menos una vez en la vida, una mujer viese su cuello uterino. ¡Es tan bonito! ¡Lleno de vida, rosadito, de carne preciosa! Cualquiera puede pensar que me volví loca pero, lo cierto, es que quedé impactada de ver lo bellas que somos por dentro, cuánta humedad, qué de vida latiendo ¡y muchas sin siquiera ser conscientes de ello! Antes había visto fotos de cuellos uterinos pero, de corazón, no es lo mismo. Es como ver vídeos de partos y estar en un parto. La vida que emana del cérvix es impactante. Agradezco mucho poder entrar en el mundo de la cueva de jade (vagina) y observar, una vez más, cuan sabia es la naturaleza, qué bien diseñadas estamos y qué hermosura el cuerpo humano ¡por dentro y por fuera!
Reconozco que me dio un poquito de cosa, al principio, meter el espéculo. Pero mis maestras me aseguraron que no iba a hacer daño, que respirara y estuviera tranquila. Y así fue, no era para tanto y, la verdad, la primera vez que introduces un espéculo, agradeces que sea a una amiga ¡que encima es partera hace más de diez años! Uf, un alivio…
Esa misma tarde vino una mujer a consulta y estuve practicando, con su consentimiento, por supuesto. Ya no dudé al introducir el espéculo, aunque sí me costó encontrar el cuello. Es la riqueza femenina, cada una con su cuellito hacia un lado, de una manera, tal cual somos, únicas e iguales. También practiqué la maniobra bimanual. Introduces dos dedos en la vagina y localizas el cuello, por fuera palpas el fondo del útero y los ovarios. Mides a ver si hay alguna anomalía. Es precioso, de verdad.
Y así terminó esta semana, entre consultas, visitas postparto y el gran descubrimiento del interior femenino, tan perfecto, tan jugoso, tan bien hecho como cualquier otro elemento de esta maravillosa tierra.
Namasté.

Primer parto. El Hogar Comunitario

 

Era Martes y, al día siguiente, no teníamos que ir a Luna Maya porque era feriado (fiesta). Ese día empezaba mi guardia pues la otra estudiante se iba tres semanas de vacaciones. El día anterior, mi compañera tuvo su examen semestral. Aprendí muchísmas cosas nuevas, como si hubiera entrado en 25 consultas a la vez. Fue muy divertido y productivo. Después de una larga e intensa jornada, me fui a casa, me duché, cené y me senté a leer en el salón, relamiéndome porque en breve me iba a ir tempranito a la cama ¡y podía dormir sin límites! Tenía todo un día libre por delante. Pero, de repente, suena mi teléfono… “Hay una mujer de parto en el Hogar Comunitario”. Ok, vamos allá. A las 10 de la noche llegamos al hogar comunitario. Había oído mucho hablar de este lugar pero nunca había estado allí. Sólo conocía a un par de mujeres que trabajan ahí pero, en ese momento, no estaban.
El Hogar Comunitario es una casa que, entre otras cosas, acoge a mujeres embarazadas que están o han sufrido situaciones de violencia. Si bien allí tienen un cuarto de partos (es nuevo), es una energía bien diferente a la de Luna Maya. Suelen ser mujeres indígenas, de comunidades cercanas a San Cristóbal de las Casas. Llegan unas semanas antes de parir, paren y, luego, cuando tienen más o menos “resuelto” dónde ir, se van. Hay un sistema de adopción para las que no quieran quedarse con su bebé.  Y hay enfermeras para cuidarlas que hacen turnos de 24 horas conviviendo con ellas en el hogar.
Al llegar estaba la enfermera de guardia, una chica muy jovencita, también indígena, y la mujer de parto (22 años). Cristina me dejó allí porque aún faltaba bastante. Fue una noche muy larga, dormí una hora gracias a que éramos dos y nos turnamos. La bebé estaba posterior, entonces nos pusimos manos a la obra con el rebozo. La mujer se colocaba a cuatro patas, las nalgas hacia arriba y la manteábamos y le golpeábamos suave pero intensamente sobre los isquiones. Así  como diez minutos (calculado a ojo, claro). Luego se acostaba de lado. Al rato volvía a ponerse a cuatro patas y la manteábamos. Luego se acostaba del otro lado. Al rato otra vez manteo…. Y así estuvimos hasta las 7 de la mañana, vuelta y vuelta entre manteo y manteo.
A las 7 decidió meterse en el agua, así que estuvo en la bañera hasta las 9 de la mañana. Luego salió y empezó a bucear en lo profundo de su alma. Simplemente lloraba. Pero lloraba cada vez más intensa y profundamente. Quién sabe en qué lugares se estaría metiendo, qué episodios del pasado estaba trascendiendo. Lo poco que yo sabía de su historia es que estaba muy sola. El papá de la criatura desapareció y su familia no la apoyaba nada, no sabía qué iba a ser de ella, sólo que quería quedarse con su niña, pero ni idea si iba a poder volver con su familia. Suficiente para llorar ¿verdad?
Me sorprendió mucho su llanto profundo. Nunca había estado en un parto así, con una energía tan densa, con tanta tristeza y soledad. Agradecí a la vida que la enfermera y yo, al menos, hubiéramos pasado toda la noche acompañándola. Agradezco a la vida que esa mujer guerrera se atreviera a transitar por su oscuridad y trascendiera su historia, reconectando con su fuerza para poder dar a luz.
A las 12.30 am nació su hija, dentro del agua. Un nacimiento suave, sin desgarro. Una bebé bien despierta, con los ojazos abiertos, tranquila ¡y mucho pelo en su cabeza! Quedaron ratito en el agua y la bebé flotaba sostenida por Cris. Se respiraba mucha paz. La placenta la alumbró en tierra, sentada en la silla de partos. Cuando se iba a levantar para ir a la cama, medio se desmayó. Así que la acostamos en el piso, la asistimos y después la llevamos a la cama con una camilla portátil, plegable, que Cris lleva en su bolsa de partos. Me pareció un invento genial: una tela rectangular, con unas correítas para sostener a la persona. Sencillo, rápido y fácil.
Fue un parto bien bello, suave. Yo también estuve transitando por mis lugarcitos recónditos, por mis dudas, mis miedos y mis resistencias…. Abrirme a una energía tan diferente fue un trabajo bien importante para mí. Por mucho que te cuenten de las mujeres del hogar, de la violencia, del abandono, del maltrato… Hasta que no vives y sientes esa energía no eres capaz de imaginarte cómo va a ser. No lo pasé mal, simplemente me abrí a darme cuenta cuán diferente iban a ser los partos en los que estuviera a partir de ahora. Ya no iba a estar al lado de mujeres que deciden conscientemente embarazarse y tienen un compañero a su lado, o una red social, o un “estado que las apoya”(entiéndase, comparando con el ” 1º mundo”). Realmente aproveché la oportunidad de abrirme a esa nueva energía, a veces densa, a veces dura, cruda, pero que, en el fondo, está sostenida, como todo, como siempre, POR EL AMOR.
Llegué a casa como a las 7 de la tarde, agotada, teniendo que digerir y colocar bastantes cosas aún. Al volver en el coche Cris me preguntó “qué tal estás” (como no había dormido más que una hora) y le contesté “mañana te digo porque ahora estoy un poco revuelta y tengo una visión demasiado distorsionada”. Efectivamente, al día siguiente, todo se veía de otra manera.
No hay nada como dejar posar las cosas, tener paciencia y confianza….
Así fue el primer parto que acompañé en Chiapas, en el hogar comunitario, una mujer trece años más joven que yo, sola y decidida a tener a su hija y no abandonarla. Una experiencia inolvidable.
Namasté.
                                  

Un regalo que olvidé comentar....


Sábado, quedan tres días para el campamento de parteras y ¡sorpresa! Llegando a Luna Maya vemos una mujer acercándose a la puerta que se parece mucho a Angelina (algunas la conocéis por unos vídeos que rulamos en fuerza de doulas). ¡Sí, era ella! Venía al campamento de parteras. Su hijo le regaló el boleto de avión y allí estaba. Después de toda una vida de práctica, con su característica humildad, vino a participar con nosotras. Fue precioso escucharla, verla abrirse y compartir historias y risas con ella. Para mí es una mujer que, si bien he estado poco con ella en esta vida, es muy importante en mi camino pues trae un saber infinito que le fue legado por su linaje de parteras. Es sencilla, amable, encantadora y sabe un montón. Aprendí un poquito de plantas, conversando con ella, y también pude preguntarle muchas cosas. Para Isa, mi compañera de casa y estudios, y mi hermana del alma, es también muy importante Angelina en su vida, pues con ella estuvo aprendiendo en Cuernavaca durante año y medio. La primera noche la alojamos en casa y fue muy grato tenerla tan cerca. Después se quedó en casa de Cris. Angelina tiene el don de compartir todo lo que sabe, me gusta mucho la gente así. Estuve el año pasado en un taller de partos podálicos con ella, es una maestra. Si alguna vez ven que va a dar un curso o participar en algún congreso, no duden en ir a conocerla. Es puro amor. ¡Bendita seas Angelina! Gracias por ser una de mis compañeras del campamento de parteras de este año.
Ahí va una foto al finalizar el campamento, Isa, Angelina y yo en casa, tronchadas de la risa…su sabiduría también radica en su genial humor

domingo, 13 de febrero de 2011

Campamento de parteras



¡Y llegó por fin! El lunes en la mañana me desperté bien temprano para meditar, practicar asanas, tener tiempo para mí. Nos faltaban comprar algunas cositas de última hora, como las flores, así que a las 8 de la mañana ya estábamos por el pueblo paseando. Llegamos a Luna Maya, Isa y yo, y nos fuimos directas al jardín. Hacemos muy buen equipo juntas. Ella se puso a deshojar flores y yo fui montando el altar. La propuesta de Cris era que hiciéramos un pasillo con pétalos hasta llegar al círculo hecho con más flores al fondo del jardín. Dentro del círculo, colocamos una vela en cada dirección y una central con la virgen de Guadalupe. También pusimos maíz, frijoles, copal, cacao y ocotes (una madera que huele bien rico). Estaba todo tan bello, lleno de flores, velitas y amor. Cuando llegaron las chicas, ya estábamos casi listas. Antes de entrar al pasillo florido que las llevaba hasta el altar, las fuimos limpiando con copal y les entregábamos una vela a cada una, luego iban llegando al círculo y sentándose donde sintieran. Éramos 17 mujeres y había una energía que podías casi agarrar con las manos. Un comienzo muy amoroso. Empezamos las actividades bajo el fuerte sol de los altos de Chiapas, abriendo nuestros corazones, haciéndonos conscientes de para qué estábamos en el campamento ¡y en la partería!
Trabajamos muchos temas: mujer sana, pelvis, posicionamiento fetal, parto vaginal después de cesárea, postparto, acompañamiento, homeopatía y flores de Bach.  Lo que he de decir es que ningún tema fue tratado de forma convencional. Cristina tiene un don bien potente, que es guiarte hacia la profundidad de tu Ser, para que bucees en él, para que te des cuenta, te abras, mires de frente quién eres, dónde estás, para qué estás ahí, cómo vas a darle la vuelta y hacia dónde quieres ir realmente. Es una gran maestra, muy sutil y amorosa, tanto que casi ni te das cuenta de cómo vas yendo cada vez un poco más lejos y profundo aún. Es muy hermoso descubrir tantas cosas de ti, de tu luz y tu sombra y poder nombrarlas, sentirlas y compartirlas con el grupo. Se te hace presente cómo todas tenemos dentro un sinfín de vivencias que nos llevan a emociones y a movernos por la vida de una manera que a veces ni nos cuestionamos. El campamento es un espacio íntimo donde cada una ahonda en sí misma y nos vamos haciendo de espejos unas a otras. Es increíble ver cómo cada vez que habla una, las demás sentimos que esa historia tiene mucho de ti. La enseñanza mayor de este encuentro de una semana no son conocimientos teóricos sobre partería. Todas sabemos (o podemos aprender en libros) cuestiones básicas que una partera lleva a cabo. Pero el aprendizaje mayor de este encuentro es dónde estás tú, quién eres, para qué asistes partos, desde dónde acompañas, qué tiene que ver contigo todo esto, ¿y con tu historia personal? Es revelador ir encontrando respuestas y dándote cuenta de tus condicionamientos y estructuras, de cómo puedes estar realizando tu práctica desde un lugar erróneo o no muy correcto y ni siquiera haberte dado cuenta. Es tan fina la línea donde una toma el poder de la mujer que está acompañando, quitándole el suyo, aniñándola y no permitiendo que sea la protagonista. Es tan fácil caer en los errores que quieres evitar, es tan rápido poder meter la pata, decir una palabra que hiera o marque un antes y un después en la maternidad…
Todo eso es por donde estuvimos navegando, a través de ejercicios sencillos pero que te hacían viajar un poco más adentro a cada instante ¡cuánta sabiduría, Cristina! Recorrimos el laberinto de Inanna, pintamos desde el inconsciente, modelamos después de ser guiadas a lugares remotos de nuestra alma. Bailamos, cantamos y compartimos mucho, mucho. La partería exige que tú seas capaz de desnudarte y quieras crecer, pues ¿cómo si no ibas a estar al lado de otra mujer en el rito iniciático más ancestral y visceral de toda su vida? ¿Cómo pedir a tus hermanas que se rompan si tú no eres capaz de resquebrajarte? 
El campamento, hermanas, es ALTAMENTE RECOMENDABLE. Les aviso cuando Cristina vaya para España, que no será de aquí a más de un año… Espero puedan disfrutar de la sabiduría de esta gran maestra.

jueves, 10 de febrero de 2011

Segunda semana



Realmente ha sido bien tranquila esta semana pues se trataba de ir aprendiendo más cosas sobre dónde está todo y cómo funciona Luna Maya,  y repasar lo aprendido anteriormente.
Es bien importante conocer la filosofía y el funcionamiento del lugar en el que estás  colaborando, sobre todo si es un proyecto para el bien de los demás. Estoy sintiendo bien mágico todo lo que sucede, de qué manera se resuelven   las cuestiones que surgen, cómo se tienen en cuenta todos los aspectos (físicos, mentales y emocionales) no sólo de las mujeres que se acercan a consulta, sino de todas las que formamos el equipo y, cuando digo todas, somos todas: parteras, estudiantes, administradora, directora y co-directora, limpiadora, recepcionistas, profesoras de diversas actividades. Es bien gratificante preguntarnos cómo estás o cómo te sientes, qué necesitas…. Es muy agradable trabajar así, con tiempo para escuchar y ser escuchada.
Asistí a mi primer taller de crianza, que se titulaba “Crianza feliz”. Se da una información muy útil, se tratan temas como el respeto, el amor, los límites, los llantos, las rabietas, la paciencia, el amor, la comunicación. El taller consta de una parte que podríamos decir “más teórica” pero donde todas las personas que estamos en la sala participamos y opinamos. Se trabaja también con recuerdos de nuestra propia infancia y haciéndonos conscientes de cómo se graban en el Ser hasta el día de hoy. De este modo, las mamás y papás se dan cuenta de cómo pueden cambiar ciertos aspectos en la crianza de sus hijos e hijas para así hacerla desde un lugar más sano. Estuvimos viendo posturas para llevar a bebés recién nacidos con el fular y también cuando crecen. Me gustó mucho lo participativa que es la gente y cómo entre todos fuimos haciendo el taller, no era una profesora dando consejos o hablando, entre todos construimos y fuimos dando forma a las cuestiones que más nos interesaban o preocupaban.

Otra cosa que he empezado a hacer es bebida de combucha. Introduzco el hongo en té verde y azúcar morena y lo dejo macerar 10 días. Luego lo envaso. Esta primera vez no salió, pues el hongo se llenó de moho, así que volveré a intentar esta semana de nuevo. Ojalá salga bien.
Una de las cosas que más disfruto de la semana son las reuniones de “revisión de casos” de los viernes. Son muy dinámicas y, entre lo que escuchamos y decimos sobre las personas que se acercan a Luna Maya, vamos aprendiendo muchísimo. Me encanta ir preguntando todo lo que no sé. Mis maestras son amorosísimas y van contestando todas mis dudas. De verdad que se aprende mucho así. Antes de empezar la reunión, nos tomamos un tiempo para hacer una rueda de palabra y expresar al grupo cómo estás hoy, cómo te ha ido la semana, cómo te sientes y si necesitas expresar algo de ti o respecto al grupo o algo que te inquiete o haya sucedido esa semana en la casa de partos y quieras comentar. Es bien bello ir abriendo los corazones y saber cómo están tus compañeras pues, a veces, van pasando los días y cada una está metida en su trabajo o en sus propias cuestiones y no tienes mucho tiempo para conversar con las compañeras. También recordamos siempre el pacto de la privacidad de todo lo que hablamos ¡sobre todo respecto a las mujeres que vienen a consulta! Sinceramente, los viernes son días muy amenos.
Este viernes las estudiantes también tuvimos reunión con nuestras maestras: Alana y Cristina. Hablamos de bibliografía, bases de datos y actividades que debe realizar la estudiante. Nos fueron diciendo el temario que tenemos que estudiar para los próximos dos meses y comentamos todo el semestre. La verdad es que hubo un momento que me agobié pues me pareció un montón y me sentía perdida, sobre todo no sabía bien cómo lo iba a hacer. Pero, lo bueno, es que lo expresé y me sentí más tranquila, también sentí mucho apoyo por parte de las profesoras. Será estupendo empezar a entrar en las consultas, conocer a las mujeres, aprender habilidades clínicas y asistir partos. Una cosa que me gustó mucho es que tengo que investigar dos temas por semana. Según vaya viendo cosas en consulta que me llamen la atención o sobre las que me interese aprender más, esos temas serán los que tenga que entregar al final de la semana. De momento, hasta que no pase la semana de campamento de parteras, no haré nada de todo esto, pero ya tengo muchas ganas.
El viernes, como broche final, Cris nos comentó todo lo que necesitábamos comprar para el campamento de parteras y nos pidió si podíamos ofrecer nuestra casa por las tardes para hacer ahí las actividades del campamento ¡Isa y yo dijimos que sí al unísono! Así que el sábado nos dedicamos a comprar flores, copal, velas, tés, panes, frutas, frutos secos, cartulinas, pinturas y un montón de cosas más que usaremos la próxima semana.
Para concluir he de añadir que ha sido una semana bastante tranquila, muy productiva y estoy deseando que llegue el campamento de parteras, es una oportunidad de sanación inmensa y una conexión muy fuerte con tus hermanas. Se acerca la fuerza del círculo, una vez más…

domingo, 6 de febrero de 2011

Primera semana en Luna Maya







Realmente es un regalo estar aquí. Parece como si la vida hubiera colocado en un solo lugar todo lo que anhelo. Estos últimos años me he centrado en dar a las mujeres que acompañaba un servicio lo más completo posible y, a la vez, he trabajado en red, rodeada de muchas y muy buenas profesionales. Es importante que una sola persona no abarque todos los ámbitos (si bien es imposible) porque está bien bueno poder trabajar en equipo. Pues Luna Maya me ha reconfortado mucho el alma al ver que hay todo tipo de disciplinas ¡con las que yo vibro tanto! Yoga, reflexología, esencias florales, homeopatía, acupuntura, nutrición, fertilidad, masajes, baños apapachadores…. Es una delicia sentirme parte de este proyecto tan bello, tan humano y de alta calidad a la hora de cuidar a las familias que se acercan a nosotras.
Otra de las cuestiones que me tiene bien contenta es la forma en cómo está estructurada la casa de partos. Cada una tiene su función: la directora, la co-directora, la administradora, la recepcionista, la partera, la estudiante, la profesora de yoga… pero todas nos apoyamos mutuamente y hay una manera circular de hacer las cosas, un cuidado la una de la otra, bien bonito, bien femenino, muy amoroso. No digo que no haya jerarquías, más bien es una manera de resolver asuntos y de llevar a cabo nuestras tareas como un verdadero equipo que mira por el bien común de todis (ya saben que como no me gusta escribir todos/as, pongo todis cuando hablo de ambos géneros). Un ejemplo bien claro de esto que estoy explicando y que me llenó el corazón de alegría lo viví en mi primera reunión de equipo (es un viernes al mes). Estábamos todas las que formamos Luna Maya y las decisiones se toman en CONSENSO. Esto me parece bien bello y equilibrado. No sirve votar y lo que a la mayoría le venga bien, se hace. Cris lo dijo de una manera bien clara “si gana la mayoría, siempre hay dos que estarán  oprimidos”. El consenso es que todas estemos de acuerdo y eso lleva al diálogo, la flexibilidad y la apertura. ¡Anhelaba tanto algo así! En la formación de doulas de Madrid, funcionamos de esta manera y me parece bien sano y constructivo. Gracias a la vida por traerme a este círculo de mujeres donde el consenso es la forma de tomar decisiones.
Respecto a mis tareas esta primera semana, todo ha ido suave, de manera que he ido integrando la forma de trabajo y la atención que se da en Luna Maya. El primer día estuve pegada a la recepcionista que me explicaba dónde estaban las sábanas, las toallas, cuándo se cambian, dónde se tira la basura y dónde están guardadas las cosas (desde cucharas y vasos hasta material de partera). Está buenísimo ir aprendiendo también dónde están las cosas en recepción, cómo anotar una cita o llevar las cuentas de lo que se vende en la tiendita. Hay un cajón que tiene todo tipo de papeles y me parece bien útil saber cómo registrar un préstamo de libro de nuestra biblioteca o dónde están los recibos.
A lo largo de la semana he ido aprendiendo horarios de talleres, precios de las actividades y, algo que me ha parecido hermoso, ir descubriendo cada consultorio. En Luna Maya hay una filosofía bien bella, muy sutil. Cada consultorio tiene un color y, lo que más me ha impresionado, es lo cuidada que está la energía. Por ejemplo, en el consultorio que se hace revisión a las embarazadas, no se realizan pruebas de embarazo ni se pasa consulta de fertilidad. Eso me parece realmente genial, bien en la vibra del cuidado. Porque ¿qué tal si alguien se hace un test de embarazo y sale positivo pero no quiere tener ese bebé? No estaría nada bueno mezclar esa energía con la de las mujeres embarazadas, felices de estarlo. ESTO ME PARECE ALGO MARAVILLOSO, bien sutil y que dice mucho de lo atenta y conectada que está la impulsora de esta casa de partos.
También he ido aprendiendo a lo largo de la semana algunas de las funciones que tenemos las estudiantes de partera. Desde poner la lavadora hasta esterilizar material clínico. Me gustó mucho irme metiendo en los talleres y clases, eso te da una visión más amplia del trabajo que hacemos aquí y, a la hora de informar a las personas que vienen, sabes de qué estás hablando. Realmente es de agradecer que mi hermanita del alma, Isabel, ya lleva unos meses como estudiante y, aparte, vivimos juntas, con lo cual ella me va explicando cositas y me resuelve muchas dudas. También me da muy buenos consejos para no meter la pata y me da “clases de mexicano” para que mi comunicación aquí sea más fluida. En España tendemos a ser demasiado directos o incluso bruscos, Isa me dice “eso suena muy fuerte, o mejor exprésalo así”. Está siendo muy útil a la hora de aprender cómo funciona Chiapas socialmente.
Algo que me pareció fascinante fue “LA REVISIÓN DE CASOS”. Es una reunión de las mujeres del equipo que estamos en consulta o terapias y se hace cada viernes. Me parece genial que se hable, entre todas,  de cada una de las mujeres que han sido atendidas esa semana. Es bien enriquecedor porque a veces una no ve cosas que otra sí lo hace, entonces se puede ampliar la visión y la línea de trabajo es multifacética. Esto es algo que también está muy cuidado porque, obviamente, la privacidad de cada caso está muy respetada. Todo lo que hablamos en esta reunión, evidentemente, no sale de ahí, y eso me parece muy mágico, se crea una burbujita de energía entre todas, mirando por el mayor bien de cada mujer y luego, se sella todo lo hablado en el interior de cada una y nos vamos.... ¡cómo me gusta!
LA GRAN SORPRESA DE LA SEMANA….
El miércoles, de repente, me llaman la profe de yoga y la directora, y me preguntan “¿oye, tú darías clases de yoga prenatal?”( la profe está embarazada de 8 meses y ya quiere ir soltando las clases). Mi respuesta fue un SÍ, sin duda alguna. El jueves en la mañana entré a clase de yoga prenatal puesto que he de entrar a todas las clases y talleres posibles. Disfruté mucho de recibir una clase de yoga y me pareció muy práctico que las mamás se vayan familiarizando conmigo, aunque de momento esté como una alumna más. Al mediodía me fui a comer a un centro de yoga que los jueves hacen comida ayurvédica y, estando allí, me llegó un mensaje de Anna (la profe) sí quería dar la clase de yoga prenatal de la tarde, que se encontraba muy cansada. ¡Claro! Así que a las 18.30 estaba empezando a impartir la clase. Fue tan bello… Y siento que me va a hacer muy bien por varios motivos: mi conexión con la yoga, salir un poco del papel de estudiante (llevo tantos años dando clases y haciendo varias cosas a la vez, que verme sólo como estudiante intuyo que me iba a costar un poco) y, creo que el motivo más importante es tener una conexión con las mamás desde otro lugar. Las clases te permiten relacionarte con ellas de otra manera muy distinta que en consulta y puedes ir conociéndolas mucho mejor y ellas a ti. Va a ser muy  bonito. Por ahora, la semana que viene aún está Anna como profesora y luego ella ya se va a vivir su último mes de embarazo y la crianza soltando por un tiempo su labor. Para mí es todo un regalo y ya tengo un montón de ideas anotadas en mi cuadernito para ir haciendo en las clases ¡qué emocionante!
Para terminar este capítulo de la primera semana, sólo añadir que me siento muy a gusto y que me hace mucha gracia ir todo el día con un cuadernito y una pluma en la mano, anotando cada detalle, cada cosita nueva, es bien divertido y me hace sentir como una niña pequeña con los ojos y las orejas bien abiertos, sin perder detalle, queriéndome empapar de todo…. Gracias Cris, gracias a la vida, gracias a todas….
Esta vez van algunas fotos de Luna Maya y de nuestra casa, que es bien bella y realmente la sentimos como un hogar…. Shanticalli es su nombre(la bauticé esta mañana mientras desayunaba al sol en el jardín). Se pronuncia “shanticali” y es una mezcla de sánscrito con náhuatl. Significa “La casa de la paz” y es que tanto Isabel (mi hermanita del alma, la otra estudiante en Luna Maya) y yo la sentimos como un lugar que nos acoge, nos abraza y donde sentimos mucha paz.  Namasté.