domingo, 6 de febrero de 2011

Primera semana en Luna Maya







Realmente es un regalo estar aquí. Parece como si la vida hubiera colocado en un solo lugar todo lo que anhelo. Estos últimos años me he centrado en dar a las mujeres que acompañaba un servicio lo más completo posible y, a la vez, he trabajado en red, rodeada de muchas y muy buenas profesionales. Es importante que una sola persona no abarque todos los ámbitos (si bien es imposible) porque está bien bueno poder trabajar en equipo. Pues Luna Maya me ha reconfortado mucho el alma al ver que hay todo tipo de disciplinas ¡con las que yo vibro tanto! Yoga, reflexología, esencias florales, homeopatía, acupuntura, nutrición, fertilidad, masajes, baños apapachadores…. Es una delicia sentirme parte de este proyecto tan bello, tan humano y de alta calidad a la hora de cuidar a las familias que se acercan a nosotras.
Otra de las cuestiones que me tiene bien contenta es la forma en cómo está estructurada la casa de partos. Cada una tiene su función: la directora, la co-directora, la administradora, la recepcionista, la partera, la estudiante, la profesora de yoga… pero todas nos apoyamos mutuamente y hay una manera circular de hacer las cosas, un cuidado la una de la otra, bien bonito, bien femenino, muy amoroso. No digo que no haya jerarquías, más bien es una manera de resolver asuntos y de llevar a cabo nuestras tareas como un verdadero equipo que mira por el bien común de todis (ya saben que como no me gusta escribir todos/as, pongo todis cuando hablo de ambos géneros). Un ejemplo bien claro de esto que estoy explicando y que me llenó el corazón de alegría lo viví en mi primera reunión de equipo (es un viernes al mes). Estábamos todas las que formamos Luna Maya y las decisiones se toman en CONSENSO. Esto me parece bien bello y equilibrado. No sirve votar y lo que a la mayoría le venga bien, se hace. Cris lo dijo de una manera bien clara “si gana la mayoría, siempre hay dos que estarán  oprimidos”. El consenso es que todas estemos de acuerdo y eso lleva al diálogo, la flexibilidad y la apertura. ¡Anhelaba tanto algo así! En la formación de doulas de Madrid, funcionamos de esta manera y me parece bien sano y constructivo. Gracias a la vida por traerme a este círculo de mujeres donde el consenso es la forma de tomar decisiones.
Respecto a mis tareas esta primera semana, todo ha ido suave, de manera que he ido integrando la forma de trabajo y la atención que se da en Luna Maya. El primer día estuve pegada a la recepcionista que me explicaba dónde estaban las sábanas, las toallas, cuándo se cambian, dónde se tira la basura y dónde están guardadas las cosas (desde cucharas y vasos hasta material de partera). Está buenísimo ir aprendiendo también dónde están las cosas en recepción, cómo anotar una cita o llevar las cuentas de lo que se vende en la tiendita. Hay un cajón que tiene todo tipo de papeles y me parece bien útil saber cómo registrar un préstamo de libro de nuestra biblioteca o dónde están los recibos.
A lo largo de la semana he ido aprendiendo horarios de talleres, precios de las actividades y, algo que me ha parecido hermoso, ir descubriendo cada consultorio. En Luna Maya hay una filosofía bien bella, muy sutil. Cada consultorio tiene un color y, lo que más me ha impresionado, es lo cuidada que está la energía. Por ejemplo, en el consultorio que se hace revisión a las embarazadas, no se realizan pruebas de embarazo ni se pasa consulta de fertilidad. Eso me parece realmente genial, bien en la vibra del cuidado. Porque ¿qué tal si alguien se hace un test de embarazo y sale positivo pero no quiere tener ese bebé? No estaría nada bueno mezclar esa energía con la de las mujeres embarazadas, felices de estarlo. ESTO ME PARECE ALGO MARAVILLOSO, bien sutil y que dice mucho de lo atenta y conectada que está la impulsora de esta casa de partos.
También he ido aprendiendo a lo largo de la semana algunas de las funciones que tenemos las estudiantes de partera. Desde poner la lavadora hasta esterilizar material clínico. Me gustó mucho irme metiendo en los talleres y clases, eso te da una visión más amplia del trabajo que hacemos aquí y, a la hora de informar a las personas que vienen, sabes de qué estás hablando. Realmente es de agradecer que mi hermanita del alma, Isabel, ya lleva unos meses como estudiante y, aparte, vivimos juntas, con lo cual ella me va explicando cositas y me resuelve muchas dudas. También me da muy buenos consejos para no meter la pata y me da “clases de mexicano” para que mi comunicación aquí sea más fluida. En España tendemos a ser demasiado directos o incluso bruscos, Isa me dice “eso suena muy fuerte, o mejor exprésalo así”. Está siendo muy útil a la hora de aprender cómo funciona Chiapas socialmente.
Algo que me pareció fascinante fue “LA REVISIÓN DE CASOS”. Es una reunión de las mujeres del equipo que estamos en consulta o terapias y se hace cada viernes. Me parece genial que se hable, entre todas,  de cada una de las mujeres que han sido atendidas esa semana. Es bien enriquecedor porque a veces una no ve cosas que otra sí lo hace, entonces se puede ampliar la visión y la línea de trabajo es multifacética. Esto es algo que también está muy cuidado porque, obviamente, la privacidad de cada caso está muy respetada. Todo lo que hablamos en esta reunión, evidentemente, no sale de ahí, y eso me parece muy mágico, se crea una burbujita de energía entre todas, mirando por el mayor bien de cada mujer y luego, se sella todo lo hablado en el interior de cada una y nos vamos.... ¡cómo me gusta!
LA GRAN SORPRESA DE LA SEMANA….
El miércoles, de repente, me llaman la profe de yoga y la directora, y me preguntan “¿oye, tú darías clases de yoga prenatal?”( la profe está embarazada de 8 meses y ya quiere ir soltando las clases). Mi respuesta fue un SÍ, sin duda alguna. El jueves en la mañana entré a clase de yoga prenatal puesto que he de entrar a todas las clases y talleres posibles. Disfruté mucho de recibir una clase de yoga y me pareció muy práctico que las mamás se vayan familiarizando conmigo, aunque de momento esté como una alumna más. Al mediodía me fui a comer a un centro de yoga que los jueves hacen comida ayurvédica y, estando allí, me llegó un mensaje de Anna (la profe) sí quería dar la clase de yoga prenatal de la tarde, que se encontraba muy cansada. ¡Claro! Así que a las 18.30 estaba empezando a impartir la clase. Fue tan bello… Y siento que me va a hacer muy bien por varios motivos: mi conexión con la yoga, salir un poco del papel de estudiante (llevo tantos años dando clases y haciendo varias cosas a la vez, que verme sólo como estudiante intuyo que me iba a costar un poco) y, creo que el motivo más importante es tener una conexión con las mamás desde otro lugar. Las clases te permiten relacionarte con ellas de otra manera muy distinta que en consulta y puedes ir conociéndolas mucho mejor y ellas a ti. Va a ser muy  bonito. Por ahora, la semana que viene aún está Anna como profesora y luego ella ya se va a vivir su último mes de embarazo y la crianza soltando por un tiempo su labor. Para mí es todo un regalo y ya tengo un montón de ideas anotadas en mi cuadernito para ir haciendo en las clases ¡qué emocionante!
Para terminar este capítulo de la primera semana, sólo añadir que me siento muy a gusto y que me hace mucha gracia ir todo el día con un cuadernito y una pluma en la mano, anotando cada detalle, cada cosita nueva, es bien divertido y me hace sentir como una niña pequeña con los ojos y las orejas bien abiertos, sin perder detalle, queriéndome empapar de todo…. Gracias Cris, gracias a la vida, gracias a todas….
Esta vez van algunas fotos de Luna Maya y de nuestra casa, que es bien bella y realmente la sentimos como un hogar…. Shanticalli es su nombre(la bauticé esta mañana mientras desayunaba al sol en el jardín). Se pronuncia “shanticali” y es una mezcla de sánscrito con náhuatl. Significa “La casa de la paz” y es que tanto Isabel (mi hermanita del alma, la otra estudiante en Luna Maya) y yo la sentimos como un lugar que nos acoge, nos abraza y donde sentimos mucha paz.  Namasté.




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