martes, 26 de julio de 2011

Ha corrido el agua....





Son las 4 de la mañana, de un lunes de Julio. Así es la vida de la partera. Llegas de un parto, no hay sueño y sientes ganas de disfrutar el silencio de la noche, escribiendo, con las estrellas como testigo.
Llevo sin colgar nada en el blog desde Abril. Fue aquel  un mes bien duro, con muchas tomas de decisiones, con muertes varias dentro de mi Ser, soltando, atreviéndome a dejar ir… y, la verdad, ahorita tengo mucho más espacio, para qué engañarme.
Después que se fuera Alana, Isabel y yo quedamos con Cris como única maestra. Abril y Mayo fueron meses de mucho estudiar, muchas clases teóricas de anatomía, muchos sábados y domingos en Luna Maya (¡aparte del resto de la semana, claro!). Fue un tiempo de consultas, de idas y venidas, de correr de un lado a otro para dejar todo bien alistado para el cierre del  primer semestre: trabajos pendientes que había que entregar, reportes de partos, dejar al día la herboristería… Yo a principios de Junio marchaba por 20 días a Madrid y tenía que estar todo en orden. Lo conseguí.
A su vez, comencé una práctica de yoga y ayurveda muy potente, que me colocó bien en mi centro pero, reconozco, había días que se me hacía duro tanto trabajo y yo “tan volada-espiritual” teniendo que estar en gestiones super terrenales. También lo conseguí, con esa fuerza que, cual mamífera pariendo, una no sabe muy bien ni de dónde la saca.

Total, que llegó el día de mi panchakarma (cura ayurvédica) y sentí que se cerraba un ciclo bien viejo, que ya no quería en mi vida…. Atrás quedaban 36 años de muchas, muchas cosas… todas bien cerraditas y despedidas y, por mi parte, me abro a esta nueva etapa con más amor, dulzura, confianza y, sobre todo, algo que nunca pensé que iba a decir de mi: PACIENCIA Y COMPASIÓN. Quien lo quiera leer como “mi ego echándose flores”, pues perfecto. La verdad es que siento un cambio bien grande dentro mío y, eso, fuera de mi también se nota ¡y mucho!

Del viaje a España poco voy a mencionar. Me sirvió para darme cuenta de todo el amor que mis padres me dan, cuánto me apoyan y cómo me miman y cuidan. También me dio un poco de tiempo a compartir con algunas de mis hermanas, lo cual agradezco infinitamente a la vida. El cierre de curso con las doulitas de mi corazón fue intenso y, algo que me gustó mucho, fue que estaban todas guapísimas. Me encantó ver cómo el viaje las fue transformando y sentir la energía de círculo y unión entre ellas fue un regalo.
Luna Maya siguió presente en Madrid, pues hicimos unas jornadas en Khardaia (centro de salud y vida) para recaudar fondos para la casa de partos. Fue bien bello poder compartir lo aprendido en los primeros 6 meses en Chiapas.
El regreso estuvo bien padre….. Tuve una semana para quitarme el desajuste horario y conectar con el estar de nuevo acá. También fue un tiempo de cambio, siempre a mejor, claro. Nuevo semestre, nueva etapa. Ahora vivo sola, en una casita bien linda, junto al Huitepec, un monte sagrado que hay acá en Sancris (tobal de las Casas). Significa algo así como “cerro del agua” y es una montaña muy bella, donde doy paseos bien ricos. Después de los primeros siete días por acá, acoplándome a mi nuevo hogar y paseando por el pueblo, empezó el viaje del segundo semestre, para no desentonar mucho en mi línea, bien cañerito pero muy suave y rico a la vez…
¡Qué gusto estar otra vez acá! ¡Qué placer saber que todavía me queda tiempo para aprender en este lugar, de esta manera tan especial!
Agradezco a la vida que haga posible el que yo esté acá aprendiendo. Agradezco a todas y cada una de las personas que impulsan este proyecto, algunas sin siquiera ser conscientes de ello. Agradezco también a todas esas personas que intentan frenarlo, pues me dan fuerzas para creer aún más en lo que estoy haciendo. Y, otra vez, agradezco a la vida, por ser tan sabia y protegerme tanto, aunque yo no entienda muchas veces ni el por qué, ni el para qué.

Namasté




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